lo escrito

lunes, 31 de agosto de 2009

haisai fuji-san, haisai fuji-san...

Todavía medio destruída para cualquier otra cosa que no sea reírme un rato con XKCD.




Un par de galerías de fotos explican la cuestión del cansancio (Doña Bater, hay una para ud!):

Fuji-san, Japan

Y las de Fede: http://picasaweb.google.com/fedende/Fuji#

Y este videito ¿explica? el título del post.

investigación académica y privada

Un artículo interesante de danah boyd sobre comparación de estructuras de research en universidades y empresas privadas.

am i an academic?

sábado, 29 de agosto de 2009

es verdad

¡Desde todas las ventanas en Japón se ve el Fuji-san!



(post dedicado a Fruss)

jueves, 27 de agosto de 2009

arte en nagasaki

Mientras me pongo al día con las notas de la EC y el Fujiyoshida no hi matsuri, dejo algunos nombres de artistas que estaban exponiendo en (o cerca de) Sasebo y que me parecieron interesantes para investigar un rato.

Seiji Fujishiro (http://www.seiji-fujishiro.com)



Isshin Moriyama (http://www.city.sasebo.nagasaki.jp/simabi/)



Fumiko Kametaka (http://www.city.kobe.lg.jp/culture/culture/institution/koisogallery)

miércoles, 26 de agosto de 2009

voy de matsuri en matsuri...

Los días de la EC fueron algo especial, así que estoy agregando los días backfileando posts. No me gusta mucho fechar los posts con otro día que el que los escribo, pero sino se me va a hacer un matete cuando los revise después. Así que sabrá disculpar la persona suscriptora al feed rss de recibir esto por duplicado, pero hay post nuevo para el 17 de agosto, el día dos de la Earth Celebration 2009. Escrolee un poquito para abajo o haga click acá.

De cualquier manera, le dejo un link con otro festival que parece que va a estar interesante, el Festival del Fuego de Fujiyoshida (Fujiyoshida no hi matsuri). En unos días le cuento. La cuestión es que llegué mas o menos de casualidad en fecha a estos pagos, con la idea de hacer el Fuji-san este finde y me ligué otro matsuri de regalo.

jueves, 20 de agosto de 2009

el día que ñorquinco desapareció del mapa

Bueno, si pueden haber demasiadas alegrías, las tengo esta semana. Publicaron mi cuento "El día que Ñorquinco desapareció del mapa" en Axxón 199, ilustrado por Don Fraga.

La ilustración me gustó mucho, tanto como las dos ilustraciones anteriores que tienen mis dos cuentos publicados por Axxón, la de Bárbada Din en "Horizonte Reflejo" y la de Luis DiDonna para "Los gatos más grandes". No es solamente que tengo suerte con los ilustradores, todo el equipo de Axxón trabaja con calidad profesional (vayan y vean si no).

En el caso de Ñorquinco, es parte de una serie de cuentos con tres amigos como protagonistas. La idea surgió un día cuando estabamos revisando un globo terráqueo inflable con Su y nos dimos cuenta que Ñorquinco, una ciudad muy chiquita de Rio Negro en la que alguna vez nos quedamos varados seis horas con mi agrupación scout (se nos paró la trochita camino a Jacobacci y no quiso arrancar por un buen rato), aparecía en el mapa (de origen Chino). Me pareció algo muy loco y me pregunté porqué Ñorquinco no aparece en todos los demás mapas y porqué podría desaparecer algún día. Cosa que no es tan loca y que es bastante cercana a la realidad, aunque quizás, quizás, no por los motivos que cuenta el cuento.

Pase, lea y comente. Se agradece.

¿Quieres saber más?

Nota (interesante) sobre La Trochita

martes, 18 de agosto de 2009

aasu seereburashion: día tres

El último día también iba a ser movidito. Empecé temprano en el templo, haciendo la cola para los iroetsu y me las encontré a F. y a K., que se estaba durmiendo una siesta con el marido unos lugares más adelante que nosotras. Estuvimos un buen rato charlando con F. sobre sus planes cuando volviera a Australia. Super interesante, vive en una ciudad que tiene una historia portuaria bastante larga, y tienen un festival anual de música country que habrá que investigar.

Y... todos estabamos esperando una actuación sorpresa de Kodõ, que parece que hace eso algunas veces en la cola de la mañana en el templo, así que mientras charlabamos mirábamos para todos lados. En un momento escuché el motorcito de una camioneta avanzando por la calle de al lado y empecé a pispear para ese lado, hasta que ví un mohawk conocido... Estaban bajando cosas de la camioneta, así que nos preparamos para la sorpresa. Pero realmente terminó siendo una sorpresa-sorpresa, porque aparecieron unos seis de los muchachos vestidos de trajes negros, camisa negra, anteojos de sol y okedos colgando al costado, muy serios. El simpático de pelo largo y el del mohawk (que ya tendría que saber como se llaman a estas alturas...) empezaron a sacar cartelitos con texto en japonés y en inglés, cual subtítulos de película. “Buenos días”, “¿Están listos?”, que iban descartando en el piso después de mostrarlos para todos lados. Ni una sonrisa, totalmente serios. Obviamente, desde el público nos estabamos matando todos de la risa de lo ridículo y contrastante de la función. Un verdadero regalo.

Al rato cayó A., medio dormida todavía, así que sacamos los tickets juntas. Esta vez nos tocó verdes, así que ibamos a entrar un poco después.

De ahí ellas se volvieron para su camping en Sobama beach, a seguir con una siesta matutina y yo me fuí al gimnasio, que esta mañana tocaban Chieko Kojima y su pequeño ensamble (un subgrupo dentro de Kodõ) y después le tocaba el turno a la gente de Miyake que iba a hacer una demostración para todo el público de su estilo.

Acá hay unos fragmentos de video mostrando Miyake ejecutado por Kodõ, y luego por la gente de la isla de Miyake (es una isla un poco al sur de Tokyo).



El grupo de Chieko Kojima apareció todo vestido de un rosa furioso muy divertido (cuando se presentaron Shogo Toshii dijo 'Soy Shogo Toshii y me gusta el rosa'). Solamente verla hablando con el público a Doña Kojima ya era algo diferente. Transmite un entusiasmo y tanta simpatía que, por lo fuerte, tiene algo de infantil.



En la espera, desde la estación de sonido, había un ciclista sin casco... ¡se confirmaron mis sospechas! Era Don Seiichi nomás. Quizás esperando para saltar un rato durante la danza de los demonios... vaya una a saber.



De ahí había podido arreglar para voluntariarme y ayudar con algo, y necesitaban gente en la estación de reciclaje. Extrañé un poco a nuestros fearless leaders del Organic River Festival, pero la señora que estaba en la estación cuando llegué era muy simpática, se la pasaba bailando la música que estaban tocando en el escenario del mercado de pulgas del puerto, que se arma en cada EC.
Sobre esto, alrededor de un escenario que está frente al puerto se empiezan a levantar carpas, tiendas y carpitas de todos los colores. Comida, claro, y también ropa, artesanías, sakes varios, instrumentos musicales, pulseritas, etc etc. Había dos estaciones de reciclaje y yo estaba en una de ellas. Cuando llegué, había un chico yanqui que era parte de un equipo que estaba recorriendo Japón en bici, bajando desde Hokkaido hasta Okinawa. BeeJapan, se llama la organización y su web site es: http://www.beejapan.org. Me contó que las estaciones de reciclaje son parte de una iniciativa del gobierno de Sado, que se está haciendo recolección diferenciada en las casas y aprovechan eventos como la EC para hacer educación al respecto. Acá teníamos tachos diferenciados para: restos de comida, waribashi (palitos descartables), plástico, vidrio, botellas de plástico, latas (con chapitas por separado), metal/papel de aluminio, palitos de bambú (se usan mucho para las brochettes) y todo lo que no encajaba en esas categorías iba a parar al tacho de moeru gomi, basura para incinerar. En este caso lavábamos las bandejas de plástico reciclable, cosa que en NZ directamente iban a parar a la pila de landfill.
Al día siguiente me comentaría M., otra voluntaria, que a los waribashi y el bambú los mandan a procesar y hace papel (pero no me adelanto).
Otra de las chicas de BeeJapan me comentó que estaban vendiendo remeras de ciclismo con los logos de la organización hechas con un 40% de plástico reciclado. Y que, además, eran cómodas de usar.
También estaba en la estación el responsable de waste management de Sado, un señor muy simpático al que le pregunté un poco sobre las estaciones de procesamiento de basura en la isla, pero la muralla idiomática de nuevo hizo que no pudiéramos avanzar mucho en la comunicación.
En las casas suelen tener un tacho de basura para latas y botellas de plástico y otro para todo el resto (excepto en la casa de H.-sensei en Oguni que fue la única que vi que tenía su tachito de restos de comida para compost). Así que sospecho que se hace complicado tener un sistema verdaderamente diferenciado de punta a punta. Pero unos cuantos quilitos se sumaron en la EC.

Un ratito antes de las 5 rumbeé para Shiroyama, a hacer la cola para la subida. Me volví a encotrar con el voluntario del gorro que se estaba quedando en el Youth Hostel, me dijo que el día anterior se había tenido que quedar en cama porque se había caído. Un golpe fiero en la espalda. Para ese momento ya la EC se sentía como un pueblito, con gente que pasaba y se saludaba por aquí y por allá. La chica del hang drum, J., que estaba otra vez haciendo la intro en japonés antes de la subida. En el grupo azul se los divisaba a K. y al marido. El chico de Tokyo de los anteojos raros que estaba con su patota de amigos. Llegaron E., mi compañera de cuarto (a la que juro no escuché roncar nunca), F. y A. y nos preparamos para subir. Finalmente quedamos sentadas masomenos en el mismo lugar que los días anteriores, excepto F. que avistó unas amigas en un mejor lugar y rumbeó para allí.

Esta vez era un recital como el que dieron Kodõ y Blof en Holanda, según los datos del site. Así que fué como el otro día en el ensayo del gimnasio, pero con un mar de gente alrededor mío que también la estaba disfrutando. Tocaron la versión de Zoku con el batero de Blof, buenísima. En el cierre, la gente pedía an-co-rre, an-co-rre y no los dejabamos ir. Pero finalmente se terminó, con los cantitos de gracias desde Kodõ y desde el público. Recoge tus cosas y largo de aquí...
Y bajamos la colina del Shiroyama por última vez, snif. A. estaba un poco triste porque ya se iba, así que la acompañé a el parque a hacer tiempo hasta que el ferry zarpara.
En el parque no se había terminado la pachanga, y a eso de las 21:30/22:00 apareció otro subgrupo de Kodõ, y Doña Kojima se subió al escenario para dirigir una bellísima coreografía con manos que dibujaban hiraganas en el aire. Me quedé sentada mirando a la gente bailando en círculos alrededor del escenario. Estaba demasiado cansada para sumarme al baile.

Y eso también se terminó y me volví caminando hasta el Hostel y a dormir hasta la mañana siguiente, que se iba a largar el desarme y me habían citado a las 10:00.
Pero esa es otra historia.

lunes, 17 de agosto de 2009

aasu seereburation: día dos

La mañana empezó con despedidas, M. y F. se volvían a casa, así que me despedí de ellas. De M. costó. Buena gente. De ahí al templo a hacer temprano la cola para las iroetsu cards (hoy se sumaban E., otra australiana del hostel y dos amigos suyos que yo no conocía), y me encontré con K. de nuevo, que estaba haciendo la cola mientras su romántico marido preparaba el desayuno. K. me mostró una planta de la que se saca la parte gris que hay atrás de la hoja y, seca, se usa para hacer moksa (mogusa). Crece por todos lados y especialmente se las puede encontrar alrededor de los templos. La planta tiene otro nombre que ahora no recuerdo. El jugo de la hoja aplastada es antiséptico. Aproveché para ponerme un poco en la ampollita.
Del templo al workshop de esta mañana, que es el Círculo de voces con doña Fujimoto. Me encuentro con T., el canadiense de Otowa taiko y con F., otra australiana. Doña Fujimoto, una amabilidad y una gentileza a prueba de desastres vocales como el de esta chica. El workshop fue intenso, una parte de precalentamiento/relajación y ejercicios con la voz, y ver de donde sale y por donde sale. Difícil, pero interesante para seguir trabajándolo.
En la segunda parte cantamos unas canciones a varias voces y en canon, una canción de cuna japonesa, una de celebración ainu sobre la niebla elevándose hacia los dioses y otra de Ghana, que creo que les escuché a las chicas de De boca en boca ('tuei tuei, barima, tuei tuei'). Divertido.

Hoy era otro día tranquilo (jé), así que me fui para el gimnasio, donde estaban tocando varios grupos muy muy muy relax (casi me duermo una siestita). Iba a haber un grupo de taiko de Tokyo, Waraku Daiko, como parte de los fringe events y quería verlos. En el medio pasé por el hostel a buscar los implementos internetísticos, que hoy era el cumple de la Flaca y quería mandarle mensajito. Así que de nuevo a la oficina pública a conectarme un rato.

Me llegó mail de M. por lo del voluntariado, avisándome que fuera a hablar con el encargado del equipo de reciclaje para ver cuando podía ayudar. ¡A mi juego me llamaron! :) Así que me fuí para el mercado de pulgas y hablé con N.-san un ratín, y arreglé para volver al día siguiente a la tarde.

En el mercado me encontré con A., la yanqui/iraní, que estaba hablando con P., un peruano simpático que estaba atendiendo un puesto y que no sabía que había recitales... volado total, un personaje. Nos quedamos hablando un buen rato y después nos fuimos a mirar un poco por aquí y por allá, había un grupo de sacados dándole a los tambores y djembé en el escenario. Ahí me quedé hasta que se hizo la hora de rumbear para el templo a hacer la cola. M. y sus amigos ya estaban ahí y cerquita estaba F. con las chicas de Canadá que me deletrearon O-t-a-w-a. Luego de la bienvenida de J. en japonés y de otro de los voluntarios en inglés, subimos nuevamente la colina del shiroyama, esta vez con el grupo verde. Pero terminamos sentándonos una fila más atrás que el día anterior, así que todo bien. Hoy era solamente Kodõ, así que me preparé para lo que viniera.

Wow. Wow. Wow. Entraron desde atrás del escenario, cinco o seis, vestidos con unos trajes muy estilizados y coloridos, con un aire soldadesco. Los pasos parecían de marcha militar. Cada uno tenía dos varas altas revestidas de blanco atadas a la espalda, de más del doble de su altura. Me dio también una imagen muy de langosta lo de las varas, lo cual era un poco inquietante. Atrás venía más gente con okedos y otras cosas. Los del grupo de las varas se pusieron a marchar por el escenario y en un momento se pusieron en fila uno al lado del otro frente al público y se agacharon al unísono, bajando las varas cual cañones de combate. Atrás, en las plataformas que habían entrado desde los costados del escenario, los hirado grandotes empezaron a hacer un redoble que parecía de helicópteros Me asusté. El grupo del frente empezó a bailar y saltar por el escenario, y a batir las varas contra el piso marcando el ritmo. El polvo que se levantaba del escenario cuando las varas estallaban contra el piso agregaba algo a la iluminación de la escena. Y todo era bastante terrible, así que me encontré esperando que se terminara pronto. Igual, hermoso verlos bailando en el escenario con esos trajes, pero una danza demasiado terrible. Se me pararon los pelitos de la nuca.
El cierre llegó desde atrás, cuando los últimos tambores de guerra se habían callado, otra parte del grupo llegó desde el frente, desde atrás del público, y entraron tocando un tema muy alegre que alivió la tensión que había acumulado el tema anterior. Al ratín estaban todos con los trajes negros, okedos y chapas y flautas creo, tocando arriba del escenario. Algo simple y alegre. Se me ocurrió pensar que la alegría no sería tan espectacular como la guerra, pero era, bueno, alegre. Y necesaria. ¿Porqué sera que si no es algo 'serio' y dramático, no es importante? Vivimos en una sociedad donde lo único importante es la guerra por estos días.
Después, una versión de irodori con un grupo bailando eisaa con parankus, lindo! Un tema con las chicas, bailando alrededor de varios taikos con un grupo en el centro. Tanto el tema como los trajes, hermosos.
Uno de los amigos de M. se empezó a reír cuando entró el odaiko y don Fujimoto en fundoshi. A los cinco minutos no se estaba riendo más, claro, es impresionante ver ese tema y al resto del grupo alentando al que está tocando cuando parece que se está por desmayar.
Otro tema fue con onidaiko, así que apareció el presentador y cuatro onis en el escenario, bailando, impresionante. Y los trajes dorados y las máscaras, bellísimas también.
Cuando tocaron Zoku, ya no me podía quedar sentada, así que me fui al costado, al área de baile (hoy no había cámaras y, para nada sorprendente, hoy en el área de baile sí había gente bailando... ayer estaban todos parados mirando el escenario). A mover un poco las tabas. Igual, al rato se paró todo el mundo en todos lados, así que se armó el baile, o las palmas, o los saltitos, en todo el parque. Lindo.

Ah, tan lindo.
La bajada fue tranqui, muy lenta también, y durante todo el camino gente del staff diciendo gracias, tengan cuidado, gracias, gracias. Cuando llegamos abajo F. me dijo que se sentía una invitada especial con tantas atenciones. Caminando hacia el mercado, nos cruzamos con los de Blof, y el cantante nos dice arigatoo también :) Le respondo que muy bueno el recital del otro día. Rué ayer, me doy cuenta al rato, pero parece que fuera hace una semana. Lindo como pasa el tiempo en Sado.
En el mercado hoy va a haber onidaiko, por Kodõ. Así que aparecen los Onis y el presentador de nuevo (el personaje del presentador parece algo muy tradicional, la manera en la que habla, lo que dice, es bastante parecido a lo que decía el presentador en Õda hace unos días). También toma plata del público y en este caso hacen un juego de sombras bailando adentro de una carpa para los que le dan plata al presentador. Habrá que investigar sobre qué significa todo esto. Shogo Yoshii (el presentador) es un personaje también, se le nota.

Hoy me vuelvo sola y aprovecho para parar un rato en el camino y mirar las estrellas. Hay pocas luces públicas en la isla, y algunos tramos de la ruta directamente no tienen iluminación, así que el cielo estrellado es todo un espectáculo. Y bajemos el telón del día dos con una estrella fugaz que cruzó por ahí, ya que estamos.

domingo, 16 de agosto de 2009

aasu sereburaashion '09: día uno


Ayer fué día de relax, aunque a la mañana me levanté tempranito para hacer un workshop de una hora en el Taiko Center, que está cerquita de la villa de Kodõ. Además de eso y de ir a buscar los tickets para la EC, hoy no tenía otro programa. Y necesitaba recuperarme de anteayer.

Entonces, 4.5 km hasta el Taiko Center y llego un rato antes para chusmear las instalaciones. Hay como quichicientos okedo y dos tambores gigantes de una madera hermosa. Creo que voy a necesitar salir con un babero en la mochila.

Me acaba de decir una de mis compañeritas de habitación que existe tal cosa como el helado de jelly fish (no, no de jelly belly, popote, jelly fish). Y que es salado... va a parar a la lista de cosas para probar.

Entonces, volviendo al workshop de ayer, una intro al taiko de una horita, con paseo en los diferentes tambores y una cancioncita sencilla para practicar. Qué fuera de forma que estoy. El profe, Shinchan-sensei, impresionante. Pasó de sonreír como un maníaco a la cámara de mis vecinas de asiento a darle al õ-daiko como un desaforado y a sonreír de nuevo cuando terminó. Impresionante. Divertido también, me maté de la risa. Necesitaba darle al tambor un rato.

A la tarde, después de intentar subir infructuosamente al Shiroyama (se escuchaban los taikos del ensayo por todo el pueblo, pero los ninjas acechaban), nos fuimos con M. (compañera de habitación) al onsen que tenemos cerquita. Relax total.

Y hoy a la mañana enfilamos también con ella a buscar las entradas numeradas tempranito, a eso de las 7 y monedas estábamos ahí. M. es una australiana que vive en Japón desde hace unos doce años y enseña inglés. Me cayó muy bien de entrada, así que estuvimos charlando un buen rato de un montón de cosas. En la cola nos encontramos con K., una profesora de inglés japonesa que tiene una escuela y que se había encontrado con M. el día anterior en Shukunegi (un pueblito que está acá cerca y que voy a ir a visitar un día de estos). K. nos cuenta que, cuando el marido le propuso casamiento y ella aceptó, lo siguiente que le propuso fué irse a viajar tres años por todo el mundo, via barcos y transporte terrestre. Romántico, ¿eh?. Nos cuenta anécdotas de viaje. Grafica con los brazos la bajada en la cuenta bancaria correlacionada con la subida en las experiencias interiores que tuvieron.
A las nueve empiezan con la repartida de las tarjetas de colores y nos toca el segundo grupo de las azulitas, que parece que vamos a estar bastante cerca. Luego salimos a cazar un desayuno por ahí hasta que se hace la hora de nuestro workshop, Kasuga Ondeko (baile de unos demonios parecido al de Õda). Cada pueblo tiene su estilo de Ondeko, con pasos y detalles diferentes. En este caso el estilo que nos mostraron es el de Ryotsu (por Ryotsu Kasuga Onigumi). Tiene dos sub-estilos, el baile que hace el demonio masculino (máscara con la boca cerrada) y el femenino (máscara con la boca abierta). Nos enseñan una versión simplificada del masculino, que es más sencillo que el femenino y es el que se aprende primero. Me encantó. También me ayudo que conocí a J., una voluntaria que está de aprendiz acá, pero que vivió un tiempo en Bolivia y que me tradujo las explicaciones. Después nos seguimos encontrando por ahí, muy amable. Varias de los voluntarios con los que estuve hablando trabajan en organizaciones no gubernamentales relacionadas con el desarrollo o el medio ambiente en América latina.
Al salir del workshop me cruzo con una chica (A.) que me sale preguntarle en español de donde es. Bueno, parece que todo el mundo hace eso :) Me dice riéndose que es yanqui, pero originalmente de Irán, de ahí el tipo físico. Nos ponemos a hablar después y fué una de las personas que me encantó conocer en la EC, super alegre.

Y después de conseguir un almuerzo, sale mi micro para el taiko center, al workshop de Miyake. Nuestra otra compañera de habitación (F., una irlandesa de Galway), también está anotada en ese, así que lo hacemos juntas.
El workshop es con la gente de Miyake que le enseñó el estilo a la gente de Kodõ (que es una isla chiquita al sur de Tokyo). Lo primero que hacen es una demostración. Me siento en primera fila y, cuando empiezan, temo por mi integridad fisico-auditiva. Ay dió, como le dan al taiko. Parece que lo están hachando (y salta un pedazo de bachi en algún momento también). La precisión, el poder de los golpes esos. Cuando cantaron Kiyari se me puso la piel de gallina.
Había un chico con síndrome de down en la clase, y fué interesante ver como los instructores le dedicaban una atención especial. Varios chicos chiquitos también (set de bachis especiales, más livianitos).
Nos separaron en cuatro tambores y primero practicamos la frase de miyake con y sin bachis, fuera del tambor. Después en el tambor, mitad del grupo dándole a la base de un lado y la otra mitad tocando la frase y rotando, cambiando en el medio mientras la ibamos tocando. Apenas empezamos veo la postura de otra de mis compañeras de grupo. Esta chica toca taiko, obviamente. Cuando salimos le pregunto de donde es y me dice que de San Francisco Taiko Dojo (ver post anterior “Taiko para campistas”). El novio también está en el workshop y, a medida que vamos avanzando se le nota un cambio en la postura increíble.
Sobre esto, me pareció interesante el método que usaron para corregir las posturas. Después de un rato, cuando ya habiamos sacado el esquema de rotación (tanto en el mismo lado, como pasar de tocar la base a la frase y viceversa), nos empezaron a rotar de tambor, así que del primero, mi grupo pasó al segundo. En cada tambor/estación la gente de miyake corregía algún tema puntual, en una estación era el movimiento de piernas, en otra la postura de los brazos, o el lugar donde uno le daba al tambor, o como cambiábamos sobre el taiko.
Había que verla a la galesa en polleras dándole al parche! Mirando alrededor, las posturas de algunos eran impresionantes. La energia en los movimientos que tiene este estilo.
Terminé con una ampollita nueva en el dedo índice derecho, arriba de la parte interna del nudillo del lado del pulgar. Lugar raro, casi se me cae el dedo. Cuando hacemos un corte, veo otras dos chicas que están quedándose en el hostel, me cuentan que son de Canada, de un grupo de un templo (Steveston Tera Taiko), de Vancouver. Otro chico de Otawa, de Otowa Taiko (que recién me doy cuenta que es de Otawa dos días después, cuando me encuentro en la subida a Shiroyama con otras chicas del grupo y me deletrean Otawa. Ay, estos acentos.) Y, cuando estabamos sacandonos las fotos con los taikos y con la amabílisima gente de Miyake, veo un muñequito de lana conocido arriba del taiko con forma de raíz de árbol... ¡estaba el chico de Las Vegas taiko que vi el año pasado en Grass Valley! Estaba con su sensei, que ahora está viviendo por acá y que es el hermano de la chica que los teje.
Así que nos volvimos en micro a tiempo para hacer la cola y subir la colina (el parque está en la cima del Shiroyama), que es bastante empinadita, mire ud. Cigarras y perfume de jazmines nos acompañan en la subida. Perdimos a algunos integrantes de la troupe en el camino, pero enfilé directo y sin pausa al lugar mas cerquita del escenario que pude encontrar y terminamos las tres en tercera o cuarta fila. Bastante bien. M. empezó a sacar aislante, lonas y comida del bolso, F. y yo aportamos algun bocadillo y el padre de la familia que teniamos al lado empezó a alimentarnos con todo lo que habían traído en la heladera (algo que escuché varias veces es que cuando alguien te convida algo de comida se responde 'sumimasen', disculpe, al aceptarlo), así que estabamos oblongas para cuando... para cuando...


El escenario estaba vacío. Aparecieron Don y Doña Fujimoto y abrieron cantando Kiyari a duo. Casi me pongo a llorar. Bueno, no, está bien, me puse a llorar. Demasiada emoción acumulada. Cuando iban terminando empezamos a escuchar los taiko viniendo del fondo, era el resto de Kodõ con platillos y okedos y 'se armó la fiesta'.
Versión modificada de Jang-Gwara, con un juego de sombras al principio muy divertido. Una danza de Chieko Kojima con dos ramas, hermosa. La carroza de Yatai Bayahi, con banderas y todos los colores. Las caras, los gestos. Un fiesta. El primer segmento fué todo Kodõ y en el segundo se empezaron a escuchar unos sonidos de tu-tuu-tu-tuu y aparecieron tres de las chicas de Kodõ, dos con ocarina, caminando muy cómicas de costado como quien se va acercando despacito. Y presentaron a los de Bløf, repitiendo cada cinco segundos que eran encantadores, y tan altos, y encantadores, y etc.
Y subieron los de Bløf nomás, el batero con una cara de divertido como chico con un juguete nuevo. El cantante diciendo que era el lugar más extraño y hermoso en el que habían tocado.
La invitación de este grupo holandés viene por la celebración de los 400 años de comercio entre Japón y Holanda y porque los de Bløf invitaron a Kodõ a tocar con ellos un tema para su proyecto UMOJA (también estuvieron en Argentina).

Y se termina el show y bajamos de la montaña organizaditos, iluminados por las lámparas de papel que parecen pintadas a mano, me gustaría saber por quién, porque son muchas y muy lindas. En el camino, uno de los chicos de seguridad juega con una linterna, apuntando al piso y una nena va saltando cual gatito de aquí para allá, persiguiendo la luz.
Un grupo de policias apostados en un rincón están más interesados en perseguir cigarras (ah, las cigarras en Shiroyama) que en mirar a la gente. Je.

Y nos sumamos un rato a la danza de Ogi Okesa por el pueblo, en una de las callecitas principales alrededor de una carroza/yagura. Paso difícil y estamos muy cansadas, así que damos una vuelta y nos vamos de regreso al hostel.

En el camino, mientras estamos tratando de re-encaminar a una pobre lumbriz que estaba sobre la calle (“estúpidos humanos, ¡es la quinta vez que no me dejan cruzar!”), nos pasa un ciclista que es el mismo que me crucé de ida al Taiko Center ayer a la matina... tengo la sospecha de que sé quién es.

viernes, 14 de agosto de 2009

aasu sereburaashion '09: día menos dos

Iba esta cronista caminando muy tranquilamente hacia el centro de informaciones del pueblito de Ogi, en la isla conocida como Sado, a ver si podía encontrar el punto de conexión a internet que le habían marcado en el mapita el día anterior y que (infructuosamente) había intentado localizar. Luego veremos porqué.

Little did she know... pero si algo hace esta chica, es seguir el sonido de los tambores cuando los escucha de lejos. Así que, con el corazón medio apurado, dejó que sus pies siguieran el caminito que marcaban los taikos. Taikos grandes, por el barullo que armaban. Una escalerita por aquí, bajamos corriendo, una esquinita arbolada por allí, la puerta roja de un templo por acullá. La escuela primaria de Ogi. Lugar raro para taikos, pero no paran de sonar...

Y, cuando la chica llega a la puerta de lo que parece el gimnasio de la escuela, se escuchan acordes de guitarra eléctrica, un bajo, algún teclado y un tipo que canta en otro idioma (más) que no entendemos... y la canción es esa que la chica vio el otro día, sip, cuando estaba tratando de investigar un poquitín sobre quiénes serían estos Blof, que este año estaban de invitados en la EC.

La primera impresión es la de estar viendo una foto en movimiento. Los de Kodõ caminan por ahí, respiran, le dan a algún okedo, precalientan. Algunos de los que estuvieron el año pasado en Baires, y otros, como salidos de un videíto pero a metros de distancia. Y los holandeses, claro, una cabeza y media por arriba del resto de los presentes.

El chabón del mohawk. La mujer que canta solista en acrópolis, con esa voz tan hermosa (Yoko Fujimoto). Mas tarde el señor que le da al odaiko en fundoshi (Don Fujimoto) pasa a mirar, esta vez en remerita y tamangos (y sin odaiko) y una toallita al cuello (todo el mundo usa toallas por aca, atsui desu ne!), una chica con una voz dulcísima que es la que se ve en el video cantando con el cantante de Blof. Y ahora está cantando con el cantante de Blof, me cacho!!!

Me descalzo en la entrada y miro a ver si no hay problemas en sentarme a mirar. Un muchacho me dice que esto es para prensa, insisto un poquito, pero me redirecciona a una de las puertas del costado. Igual, estoy a diez metros, hay gente repasando bailecitos, alguno dándole a un paranku, un par de chicas armando las banderas de papel que supongo van a estar revoleando en el escenario. Me pongo a sacar fotos como una desquiciada, y una señorita se me acerca y me dice no shashin. Snif. Guardo la cámara y me siento a mirar.

Entre ensayo y ensayo, cambios de instrumento (pasan por el piso del gimnasio flautas de todos los tamaños, okedos, wadaikos, un koto, las castañuelas que no me acuerdo como se llaman, platillos (eiichi toca unos grandotes con un sonido muy peculiar, bajo y pegajoso que se queda retumbando un momento y que contrasta muy bien con otros mas agudos que toca el chico del mohawk y que se quedan retintineando).

El batero de Blof se para al lado de uno de los shime y el chabón del paranku (no se quien será, pero es super simpático) se pone a darle una clase introductoria al taiko. Me mato de la risa cuando lo veo hacer lo que hacemos todos... duro como rulo de estatua frente al tambor, y bien pegadito con los brazos cual velociraptor. Claro que el muy puto saca Zoku en dos segundos y hace unas preguntas que me pierden totalmente sobre qué viene después en la canción. Eiichi llega corriendo y le palmea los hombros para que los relaje. Je.

Después del almuerzo (me fui a comprar algo a un super que había cerquita), vuelvo a sentarme a almorzar a unos arbolitos con mesas que hay enfrente a la escuela, e incidentalmente frente al puerto. Una vista espectacular, el agua abajo de los cascos de los barcos pesqueros anclados (barcos chiquitos, llenos de colores) es transparente y llena de pececitos. Pero diviso una figura tirada durmiéndose una siesta sobre el pasto (¿Eiichi?) y reruteo hacia las escaleritas arboladas del templo para no molestar.

Y a la tarde... tiembla el piso cuando todos se calzan los okedos y se ponen a tocar en patota. Después Zoku, y casi se me pianta un lagrimón. El batero se pone frente a una batería de taikos y se manda una impro sobre el tema. Repiten varias veces hasta engancharla bien, y se vuelve muy contento a su batería, dando salticos.

Algunos temas más y vuelve el koto. Finalmente el cantante dice 'we quit' y se da por terminado el día. Me quedo un rato a ver como desarman, mientras los taikos ruedan enfundados hacia el camión.

Y me voy saltando contenta. Llego al edificio en el que me dijeron que me podía conectar a la internec... es una ¿oficina publica? Con razón no la había visto. Luego de insistir un poquitín, me dejan conectarme por 300 morlacos. Desenfundo y posteo y salgo corriendo. Hay una obra de teatro Noh en un pueblo cercano a la tarde, así que hago tiempo caminando por el puerto hasta que se hace la hora del colectivo.

Una cosa muy tradicional de esta área son los barquitos de pesca hechos con toneles (tarai bune), que usan las mujeres para salir a pescar, pero que además es parte de la industria turística de la isla, así que te llevan a dar una vuelta. Pero me contento con sacar foticos. Los movimientos con el remo son rítmicos y coordinados. No se ven las caras, ocultas por el sombrero de paja semicircular que tantas veces hemos visto en esos videítos de Kodo. Moño rojo, que parece ser algo importante el color (marca la zona).
Otra cosa muy tradicional son los caquis congelados... riquísimos! (hay de descongelarlos un poco antes de comerlos, ¿eh?)

En realidad, el micro que me tomo es el último de ida a Õda, y no hay micros de vuelta. Ya improvisaré. Japón no es muy hitchiker friendly y yo me dejé mi toalla en el hotel, pero algo haré.

La obra se presenta en el puerto pesquero de õda, y es Hagoromo (la del pescador que encuentra el vestido de la doncella celestial y se lo devuelve a cambio de que dance para él). Me encuentro con una canadiense y un venezolano que habían venido conmigo en el micro, y que están tan colgados como yo para lo de la vuelta. Les cuento un poco de que viene la historia, me imagino que debe ser bastante aburrido estar viéndola sin tener idea de que hace la mina esa con la máscara en el escenario. Antes de sentarme me hago de una bandejita de takoyaki y una cervecita, claro.

Después de la obra, bailes en una carroza con abanicos, y después oniodori! Nunca había visto y me encanto. Hay que aprender! Dos onis (uno rojo y otro azul) y dos chicos bailando, uno una pulguita y otro mas grande. Y un señor vestido de amarillo que bailaba con plata en la mano y que daba vueltas en el escenario con una coordinación impresionante, a pesar de que sus movimientos eran aparentemente torpes. Taiko y varias flautas, lindo!

Después de eso me las pique para ver si empezaba a hacer dedo antes de que se levantara todo el mundo. Empezaban los fuegos artificiales, así que iba con tiempo. Me plante frente a una maquina expendedora de gaseosas y levante el pulgar. Los locales no suelen levantar mochileros, pero bueno. Empezaba a calar el fresquete marino... ('y yo sin mi saquito, que marmota mamita...') pero igual algo de calorcito me quedaba en algún lado :)

Al rato me levanto una pareja, Reiko-san y Sanshiro-san, que me dijeron que iban a Ogi, pero que en el camino iban a parar en el Bon Odori de Yamada, una villa en las montañas, que si no era problema. ¿Qué si no era problema? Me tenían sentada en el asiento de atrás en lo que se tarda en decir.
Eso, en nada.
Así que Obon! Odori! Lo andaba buscando por todos lados y mirá donde y cómo lo vengo a encontrar. Bailamos tres temas, último un Sado Okesa, con movimientos lentos de manos y aplausos, alrededor de la yagura donde niñas, damas y abuelitos con micrófono cantaban, y los señores se turnaban para darle al taiko. Flautas también. Se nos pegó el típico borracho de la fiesta, así que mi versión de Sado Okesa tuvo que tener extra-cuidado, porque el señor insistió en darnos una clase a Reiko-san y a mi y en menos de cinco minutos lo tenia medio arriba, pero bueno. Omoshiroi!

Me terminaron alcanzando hasta el hotel, un par de personajes super amables, nos matamos de la risa todo el camino. Traté de dejarles una lata de mikan (que era lo único que tenia arriba en la mochila) pero no quisieron, me pidieron a cambio que si algún turista japonés se encontraba varado en Argentina, que fuera amable con ella. (Y me acorde de Naoki, en que andará el caballero que tenia la cama de abajo de la mía en ese albergue en la Angostura, con el que terminamos jugando rol en la Cofradía). Así que, promesa mediante, me infiltré nuevamente en mi habitación y aquí estoy, a la mañana siguiente, palpitando lo que va a ser el día menos uno de la EC 2009.

sado, eh?

La cuestión que esta mañana iba caminando para el lado del centro de informaciones de Ogi, muy campante yo, cuando empecé a escuchar tambores... obviamente rumbeé para el lado de donde venian.

ARRRRRHHHHHGGGHHHH... me mueroooooo... estaban ensayando los de Kodõ y los de Bløf para el recital en el gimnasio de la escuela primariaaaaaaaaa. Me pasé todo el día tratando de que no se me cayera la baba y casi me pongo a llorar cuando tocaron Zoku con el baterista de los holandeses. La foto es una porquería, pero me taclearon a los escasos minutos y tuve que dejar de sacar.



Me muero acá. He dicho.

Bueno, mejor no.

jueves, 13 de agosto de 2009

optando por algo más privado

Muy divertido video de The Onion sobre un nuevo programa ofrecido por google.com para garantizar la privacidad de tus datos.


Nueva opción de Opt Out de Google permite a sus usuarios proteger su privacidad mudándose a una villa remota.


Via la EFF, que el otro día publicó un paper interesante sobre locational privacy. Párrafo que resume la idea:

"La mejor manera de proteger los datos de los usuarios es, en primer lugar, no recolectarlos. De esta manera esa información no estará disponible para que alguien la compre, la robe o la obtenga via una órden judicial; permaneciendo verdaderamente privada."


Una vez que la información está ahí, siempre es tentador que alguien la use, ¿no?

¿Querés saber más? Este otro artículo de Wired.com sobre flash cookies también está bueno.

martes, 11 de agosto de 2009

en el pequeño país (crónicas wwoofers, séptima entrega)

Un poco remolona para escribir esta entrada, por algunas razones que no sabría explicar muy bien. La cuestión es que desde hace unas semanas ando yirando por la tierra del sol naciente y el primer lugar al que arribé (vía Narita, via Kumamoto) fué a Oguni, un pueblo de la prefectura de Kumamoto donde pasé unas dos semanas y monedas wwoofeando en TAO Communications, en la casa de H.-san, padre de dos pequeños super divertidos, C., de 11, que es aprendiz de mago y sabe presentarse en unos diez idiomas, mas o menos, y de J., 8 añitos, una pulguita muy decidida que se la pasaba armando cosas. Además de la abuela, M.-san (fuente de toda comida y ropa limpia) y de otros wwoofers que andaban también en la locación.

Cuando el año pasado empecé a buscar alguna manera de resolver ciertas cuestiones, encontré por las aguas internetísticas un sitio que se llamaba (sigue ahí, en realidad) WWOOF Japan. Me anoté a los cinco minutos de haber entrado y decidí que esa era la manera.

Y me puse a buscar hosts que estuvieran relacionados con el taiko, claro, y muchos no había (sigue sin haber, aunque algo hay), pero uno de los que mencionaban tener algún interés musical y estar relacionados con cuestiones de salud era TAO, así que mandé mail y al ratito me llegó la respuesta afirmativa.

Después de eso hubo cambios en los planes, reacomodamiento de ideas, hasta que; aviones, barcos, bicicletas y patas de rana mediante, unos diez meses más tarde el micro me dejó en Oguni-machi (小国町), un pueblo de unas 9000 almas y unos cuantos onsen en los alrededores, ya que son vecinos del monte Aso (que vendría a ser un volcán, el monte Aso) y agua caliente en la zona no les falta. Erupciones volcánicas, tampoco. Bueno, nada es perfecto. El nombre Oguni significa "pequeño país" y el agua de esta zona es considerada como 'deliciosa' por los locales.

Los cuerpos de la gente de las generaciones más viejas están modelados por la agricultura (y sospecho que por deficiencias alimentarias también), encorvados por el trabajo en el campo y en los arrozales. Pero las generaciones jóvenes prefieren la vida en la ciudad, así que el problema de quién se ocupa de los campos es grande. Además de la agricultura, la otra industria del area es la maderera, con todas las laderas plantadas de sugi, un ciprés de madera colorada que se valora mucho para construcción, pero que se transformó en monocultivo.

Las tareas wwoofers ocupaban la mayor parte del día y consistían en una variedad de trabajos, a saber:

- Desyuye de arrozal. Extrañamente, acá a los arrozales los llaman tambo. Busqué vacas pero no encontré, aunque sí hay una leche de arroz, así que sospecho que puede venir por ahí la mano. Excentricidades locales, obviamente. El desyuye de arrozal tiene algunas cuestiones peliagudas, ya que la planta de arroz (ine) es prácticamente idéntica al yuyo que más frecuentemente se le pega (hie). Eso a primera vista, porque luego de las instrucciones impartidas por la sabia H.-sensei via la muy amable Ka.-san (otra wwoofer japonesa que estaba estudiando cocina con H.-sensei, más sobre esto luego, esta historia no termina en el tambo), terminamos descubriendo que, mire ud, son bastante diferentes. Las plantas de ine tienen pelitos, por ejemplo. El hie, no, gracias. No confundir ine (la planta) con gohan (arroz cocinado o comida) o con kome (semilla de arroz) ¿eh? Son todas cosas distintas. Claro que en castellano le decimos arroz a todo. Por supuesto el campo de arroz se encuentra comunmente inundado hasta donde haya agua, así que imaginese que eso significa barro hasta la coronilla. El primer tambo necesitaba bastante masaje, además (técnica bautizada así por el otro wwoofer, K.-san, 42, un amable dibujante coreano de tendencias taoistas), ya que no lo habían desyuyado en mucho tiempo. Por suerte no tocaron muchos días de sol resquebrajante y alguna que otra lluviecita refrescaba la cosa. La pantalla solar: barrito factor 200. Todo muy orgánico.

- Clases de cocina macrobiotica. Las cosas que se pueden hacer con un cacho de tofu son inimaginables (hasta que se ve la fotito de al lado, claro). Se usa mucho harina de arroz, y no les digo lo ricos que eran los muffins de papa que se mandaban H.-sensei y Ka.-san. Me acuerdo y me babeo. Me hubiera gustado entender lo que decían, pero ya de verlos me anoté unas cuantas técnicas interesantes que espero acordarme para seguir investigando más luego. El domingo siguiente a mi llegada H.-sensei daba una clase en un pueblo cercano y al día siguiente un cheff (Cheff Hirata) vino de Tokyo a dar una clase sobre pastelería macrobiotica. Un día casi me pongo a llorar cuando pensé que había pedido un té y me trajeron un helado, con eso lo digo todo. Ya llevo 3 kilitos subidos (aclaro que contenta, estaba pesando menos que en la secundaria). En las clases, además de escuchar, mirar y comer, ayudando de Juanita lavando platos y utensilios que se iban usando.

- Limpiar ume (ciruelas japonesas) en conserva, separando los carozos de las semillas y la fruta en sí. Mh... jugo de ume... rico...

- Limpieza de ventanas. Repitan conmigo: "No tengo que ser tan obsesiva"... "no tengo que ser tan obsesiva"... por entablarle batalla a una ventana me pegué un palo que bueno bueno (caída descripta por K.-san como 'en cámara lenta'). No se como no me quebré la muñeca pero, por suerte, no me la quebré. La ventana quedó limpia, a la final.

- Karaoke, matsuris y visitas a onsens varios. En fin, la sacrificada vida de wwoofer. :) Tako-yakiiiiiiii!!!! Ñam!

- Replanteo de cuestiones de género. No voy a entrar en detalles, porque lo pienso y me engrano más, pero parece que la cuestión de que algunos muchachos piensan que las chicas somos medio taradas no es privativa de nuestros pagos argentinos. Sí, también acá lo llaman preocupación. La cuestión que terminé con otro wwoofer (M.) haciéndome una toma de karate para que no saliera de un onsen sin avisarle a H.-san. Una chica no puede caminar sola a las ocho de la noche, ¿tas loca vos? Lo podría catalogar como peculiaridad cultural si no me hubiera pasado algo bastante parecido a 20 cuadras de mi casa con un descendiente de españoles que permanecerá anónimo.

- Agregado de guías a girasoles. Algo que sería muy sencillo si uno puede usar las dos manos sin querer matarse porque se cayó de un banquito y tiene la muñeca hecha percha. Pero quedaron bastante derechitos los himawari, ¿eh? Himawari que luego serán usados en algún arreglo floral de H.-sensei, que eran bellísimos.

- Desayunando con nattõ. Me gustó. H.-san dijo que puedo vivir en Japón (luego dijo que también puedo vivir en China, porque me gustaron los huevos de mil años que habían preparado unas chicas evangelistas chinas que estaban wwoofeando con el primo de H.-san). Si fuera por cuestiones puramente gastronómicas, el mundo está abierto ante mí (excepto Tailandia, con esas ideas raras que tienen de qué es picante).

- Armado de onigiris y cajas bentõ. Hay que mojarse las manos y pasarse sal por la palma antes del armado. Quema como la p*** madre el arroz caliente recién salido de la arrocera, así que cuidado. Los bocaditos y decoración en una caja bentõ no tienen que apuntar al comensal, sino verse en alguna línea oblicua a la persona que se morfará la susodicha cajita. Los hashi, con el mango a la derecha. Ah! y los bocaditos tienen que ser fáciles de agarrar desde la mano del comensal... que bueno, si es zurdo se puede poner al revés (Dami, vos podés elejir, sí. :) )

Sobre Ka-san, más luego en otro post. Otro espíritu aventurero encontrado en el camino.

- Comidas raras. Además del nattõ, konnyaku (una gelatina basada en una papa de una variedad especial), que se usa para hacer fideos y sashimi de konnyaku. Fideos en bowl con agua con cubitos... de hielo. La salsa se sirve en vasito aparte y los fideos se tochan en la susodicha, sacándolos del bowl con palitos, claro. Una noche preparamos tako-yaki caseros (o mas bien ika-yaki), liderados por C.-sensei y J.-sensei. La velocidad de J. para dar vuelta las bolitas de la preparación en la plancha eran increíbles. Quedé oblonga.

- Preparar y plantar pepinos (kiuri) en invernadero. En realidad es en una carpa redondeada que se usa para poder trabajar aún en caso de lluvia, hay algunas foticos en el albúm de Picasa.

Costó irse como pocas veces en esta cosa del wwoofing. Mientras desayunaba en el micro a Aso los onigiris que me había preparado H.-sensei para el viaje, no estaba muy segura si el sabor era el de la sal mezclada con ume o el de las lágrimas. Raro, realmente.

Bueno, me voy retirando. Mata ne!

Más fotos:
Kumamoto city, Kumamoto, Japón
Oguni-machi, Kumamoto, Japón

Más posts viajeros:
viajes con mis gatas

lunes, 10 de agosto de 2009