lo escrito

domingo, 31 de mayo de 2009

creatividad en el laburo

De un artículo interesante en New Scientist, “Eight ways to boost your creativity”, con resultados de experimentos relacionados con la creatividad en los humanos. Uno de ellos es sobre la actitud de los trabajadores en una organización, específicamente sobre la insatisfacción y los niveles de creatividad. Nunca me lo hubiera imaginado.

"For a long time, it seemed that all companies cared about was job satisfaction," says Jing Zhou at Rice University in Houston, Texas. She and colleague Jennifer George wondered whether dissatisfaction was really such a bad thing. To find out, they surveyed 149 employees at a drilling equipment company. Without revealing their ultimate purpose, they asked workers dozens of questions about their work lives, including some to assess their level of job satisfaction. They also interviewed the workers' supervisors and asked them questions about which workers regularly came up with "creative solutions", "fresh approaches" or "new ideas".

Surprisingly, people who were dissatisfied and willing to pipe up were found to be the most creative (Academy of Management Journal, vol 44, p 682). "It was very striking," says Zhou, "and counter-intuitive."

Zhou and George reckon that employees who become disgruntled have four options. They can jump ship, taking any ideas they might have had on how to improve things with them, or they can stick around and whine, reaffirm their allegiance, or shirk their work. Neither the loyalists nor the shirkers have any impetus to work for change. The whiners, by contrast, spend a significant part of their day ruminating on how things can be improved. That is a creative force we can no longer afford to ignore, Zhou argues.

She points out that disgruntled employees are often discouraged from voicing complaints, so their valuable insights are stifled. The study found that the creativity of whiners could only be harnessed with the help of supportive colleagues who listened to and channelled their discontent. "Top managers really need to rethink how to do things," she says.


El artículo completo en “Embrace your inner grouch”.

miércoles, 27 de mayo de 2009

arrufat, shock doctrine y otras historias

Una nota de Naomi Klein y Avi Lewis, con un título interesante: "La cura para los despidos: Hechar al jefe", menciona varios ejemplos de mantenimiento de fuentes de trabajo por los empleados y uno de ellos es el caso de Arrufat, del cual yo no sabía nada.

"(...)
Arrufat, una chocolatería con 50 años de historia, fué cerrada abruptamente el año pasado. 30 empleados ocuparon la fabrica y, a pesar de una gran deuda dejada por los propietarios anteriores, han estado produciendo chocolate a la luz del día, usando generadores.

Con un préstamo de menos de $5.000 (L: asumo que dólares) de The Working World, un fondo de capitales/ONG iniciada por un admirador de The Take, fueron capaces de producir 17.000 huevos de pascua para su fin de semana más importante en el año. Tuvieron una ganancia de $75.000, y cada uno se llevó a su casa $1.000, manteniendo el resto para la producción futura.

(...)"

La nota completa (en inglishhh) en http://www.naomiklein.org/articles/2009/05/cure-layoffs-fire-boss

Otra cosa interesante relacionada con esto es que el último libro de Klein (La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre) fué anunciado como el ganador del primer premio Warwick, donde el tema de este año es la complejidad. Me resultó llamativa la mezcla que hace este premio de diferentes géneros y de los jurados que participaron en la selección. China Miéville está entre ellos, por ejemplo, pero también una periodista, un matemático, un blogger y otro novelista.

Y Miéville comenta, sobre el proceso de desición:

"(...)
Of course, that could mean anything and nothing, but because it's a prize that's deliberately interdisciplinary and 'inter-formal', you do end up picking up a sort of gestalt of the set of concerns that are flying around in the zeitgeist, and the different but overlapping ways it gets expressed.

A lot of people were very sceptical, asking how you can possibly compare, say, poetry and science writing, like apples and oranges. But actually it was very interesting to see how so many writers on the shortlist were thinking about political corruption and corporate greed. It would be ludicrous to say 'I now know where the moving edge of literature is', but I think we have been left with a sense of how people are striving to push writing forward. At the risk of sounding very woolly, it was very liberating just to throw all these books in the air and consider them first of all as writing."

On this year's shortlist, Miéville added that Klein's book scored outstandingly – in a strong field – for the chord it struck with this year's theme. "We kept coming back to the Klein book not just for its prescience and passion, but because of the 'systematicity' with which it builds a very sophisticated argument into a book that is both accessible and – odd though it sounds of such an angry work – beautiful.
(...)"

Varios de los títulos finalistas van a parar a mi lista de "cosas que quiero leer algún día", "Mad, Bad and Sad", un estudio sobre las mujeres y las enfermedades mentales, de Lisa Appignanesi. De Alex Ross "The Rest is Noise" sobre la historia de la música en el siglo 20. De Stuart A Kauffman, "Reinventing the Sacred". Habrá que investigar.

lunes, 11 de mayo de 2009

biblioteca viajera, update

Creo que lo que más pesa en la mochila son los libros... pero es una carga irresistible.

Más lecturas

Darwin's Radio, Greg Bear
Hypatia, Special Issue on Feminism and Aesthetics
The marriages between zones Three, Four and Five, Doris Lessing
The Sirian Experiments, Doris Lessing
Going Home, Doris Lessing
Man and his symbols, Karl Jung (editor)
The Native Tourist : A Holiday Pilgrimage in Myanmar, Ma Thanegi
Writers of the 21st century: Ursula K. LeGuin, colección de ensayos por Olander & Greenberg (editores)
The Old Patagonian Express, Paul Theroux (aguante Chatwin, canejo! Gracias K.!) Theroux es un plomo, pero qué placer recordar nuestro viaje de campamento, la madrugada en Jacobacci con el agua de las piletitas congelada por el frío (y eso que era enero!) y todos medio dormidos. Ah, la Patagonia, cómo se extraña el desierto. Igual, interesante leer sus encuentros con Borges y sus impresiones sobre Argentina. Ahora, el hijo, por otro lado...
Empecé con Chokher Bali, de Rabindranath Tagore, pero me aburrí. Qué lindos los poemas de Tagore.
Psychiatrist in Paradise: Treating Mental Illness in Bali. Denny Thong. Bangkok: White Lotus, 1993
Thai Acupressure for Orthopedic Disorders. Puntos y tratamientos de Wat Po, Noam Tyroler
Thai massage: the Thai way (el libro de la escuela en Chiang Mai)
Thai traditional massage for advanced practitioners, Asokananda
Beatnik poets and buddhism, no encuentro el nombre del libro pero era de una universidad en Thailandia. Interesante para ud, Mr. Té. Cuando vuelva se lo paso.
Super Powers, Dave Schwartz (¡horrendo! venía de aventura interesante hasta que se le va de las manos mal, ni siquiera me gasto en poner el link)

Qué tengo ganas de conseguir hace rato:
Moab is my washpot, Stephen Frey
Virginia Woolf, Biografía por Hermione Lee

Qué mandé a casa para leer más adelante
- The tears of pearls, short stories sobre mujeres en Burma, no tengo el nombre correcto del autor, ni del libro, me cacho.
- Tomd and Dees: Transgender Identity and Female Same-Sex Relationships in Thailand by Megan J. Sinnott
- Thai ways, Denis Segaller
- Mai pen rai (means never mind in Thai), Carol Hollinger

domingo, 10 de mayo de 2009

Notas Tailandesas (Bangkok)

Llegar a Thailand desde New Zealand fué un shock en varios aspectos. Uno es la infraestructura. Otro es el bochinche de Bangkok, una ciudad bastante cercana a Buenos Aires en el quilombo de ruido y tránsito.
Al principio pensé que era parecida a Cuba, o Bolivia, pero budista. Después me empezó a sonar más como Brasil y la Argentina. La infraestructura estatal tiende a lo monumental, ya sea en los palacios, edificios de gobierno, en los templos o en los mismos puentes sobre los ríos.

La primera noche caí en una guesthouse que encontré en la Lonely Planet, estaba cansada por el vuelo así que no me importó que el ruido ambiente hiciera que la habitación pareciera estar dentro de un boliche. A la madrugada me despertó la conversación entre una prostituta y un turista, en el bar al que daba la ventana de mi habitación. Una conversación surrealista, en algún momento él la amenazó con llevarla a la policia si no lo amaba (sí, eso le dijo), en otro momento ella fingía 'despertarse' y no recordar nada de lo que había pasado, y ahora era ella la que amenazaba con denunciarlo por drogarla. Extraño.

La calle en la que me quedé se llama Khao San Road (o Th' Khao San, porque thannon es calle, creo), y vendría a ser el lugar donde crashean todos los mochileros y turistas de bajo presupuesto en Bangkok. Hay gente en la calle y puestos y negocios abiertos hasta eso de las tres o cuatro de la mañana, y a eso de las seis ya empieza la actividad de nuevo. Por supuesto, con mis hábitos nocturnos, ví más de la actividad de las seis de la mañana que las de la noche khaosanera.

Comida... puestos en la calle con un montón de cosas ricas, Pad thai (fideos saltados con cositas), pastelitos de coco, fruta de todos los tamaños y colores, que los vendedores limpian de semillas muy prolijamente con un palito de brochete. Se puede comer desde por dos pesos en los puestos hasta unos veinte o cuarenta pesos en los restaurancitos con local. La cerveza suele salir lo mismo que un plato de comida, lo que dice algo de la manera en la que los tailandeses determinan los precios, creo.
Nunca preguntar si algo es picante. La respuesta es siempre no... y siempre es picante. Creo que la definición de picante acá debe ser bastante rara. Por ejemplo, se conoce que no se aplica a la comida picante.

A los dos o tres días conseguí una habitación en una guesthouse en otra calle, atrás de Khao San, que me gustó más y es más tranquila, con árboles y todo. La habitación es chiquita, de paredes de madera que se mueven bastante, tiene un ventilador y agua caliente en la ducha. Salía 200 bahts la noche, 10 bahts más cara que la otra. El baño de la anterior no me había gustado, pero más adelante me dí cuenta que era porque los turistas inexpertos no entendiamos como mantenerlo limpio, que basicamente consiste en pegar una baldeada con agua cuando uno termina, sacando agua de los tachos ubicados a tal fin en las premisas (yo pensé que eran para tirar en el inodoro nomás, en fin).
Debo haber malinterpretado el cartel de 'No se admiten tailandeses', seguramente era para que no resultaran ofendidos ante la mugre que haciamos los turistas. Seguramente.

Lo primero que hice al día siguiente de llegar es ir a conocer Wat Po, que es el templo que alojó la primer universidad acá en Tailandia, y recibir un masaje. Obviamente, cuando llega al cuello la masajista, horrorizada, me pregunta “¿computadora?”. Yo la miro con cara de... “y, sí... qué le vamos a hacer”.

Depués me fuí en barquito por el Chao Praya, el río que corta Bangkok, hasta una parte de la ciudad donde hay un templo hindú, y subí caminando hasta el Lumpini Park, donde un amable caballero alemán me informa que esos simpáticos bichos tomando sol a la orillita de los lagos son dragones de komodo, que como todo el mundo sabe, si te muerden: alpiste. Hay gente haciendo tai chi, me quedé mirándolos un rato (un señor dragón de komodo me imita desde arriba de una piedra).

Otro día me voy a un mercado, para eso me voy caminando para el norte de la ciudad, pasando por la calle donde están muchos de los edificios ministeriales, que me hace acordar un poco a Libertador, o a esa calle en La Habana donde están las embajadas, que me llevó a recorrer Juan Pablo. Ahí es cuando empiezo a pensar en una Tailandia más parecida a Buenos Aires y las distancias se acortan un poco más. Paso también por el zoológico, por la puerta de un par de museos y por adentro de un palacete/museo que todavía está cerrado (paso demasiado temprano a la mañana, para escaparle a la calor). Unos militares me cortan el paso, primero pienso que es por el tren, pero no, es por un grupo de autos del gobierno, andá a saber a quién llevarían. Llego al mercado después de tomar un taxi y un subte.

Y, cuando ya me cansé de recorrer la cosa turística, me pongo a buscar en la Lonely Planet alguna otra cosa para hacer. Me inclino por ir a ver cómo es la cosa en un templo, Wat Mahattat, donde hacen prácticas de meditación Vipassana. Según la guía, es cuestión de caerse nomás. Pero cuando llego, parece que había que concertar entrevista. Igual una amable señora me dice que me lleva cuando termine de desayunar, y mientras la espero me siento en la puerta del lugar. Al rato pasa una monjita (budista) que se me acerca y me pregunta que hago ahí. Le digo lo de la señora que está desayunando. La monjita me termina arrastrando hasta el ala donde se hace la práctica de meditación y resulta que tenía razón.

Hay otro occidental, pero él se está quedando a dormir ahí. El resto es gente de Tailandia, que tienen como costumbre pasar al menos un día del mes en el templo. Acá en Tailandia es tradición que los hombres al menos una vez en su vida tomen los votos. La mayor parte pasa unos tres meses en el templo en los alrededores de los veinte años. Yo voy a la mañana y me quedo hasta media tarde, así que desayuno caminando algo que consigo en la calle y almuerzo en el templo. En el medio un monje dirije la práctica de meditación (mayormente en Tailandés). Cuando estoy por largar la toalla o salir corriendo (o prenderle fuego al templo), me voy a hablar un rato con un muy amable caballero que trabaja ahí. Es otro ritmo el del templo. Interesante después volver a la locura khaosanera.

Algo que me llama la atención es la cantidad de gente con remeras amarillas que anda caminando por la calle. A estas alturas, con el tema de las manifestaciones en Abril, casi todo el mundo escuchó que los seguidores de Thaksin (el ex-primer ministro), usan remeras amarillas. Pero en Tailandia el amarillo es el color del Rey, así que los lunes todo el mundo suele usar remeras amarillas con el emblema del Rey. El viernes es el turno de las remeras celestes, que también está asociado con la familia real. Cuando los tailandeses hablan de Su Rey, se escuchan las mayúsculas.

Algunas foticos de la ciudad en este álbum en Picasa

Y un pequeño mapita armado a las apuradas con algunos lugares interesantes en Bangkok.


Ver Bangkok en un mapa más grande

Más notas sobre Thailandia en un próximo boletín, redacción tema: Wat Po y la escuela de masaje tailandés.