lo escrito

martes, 18 de agosto de 2009

aasu seereburashion: día tres

El último día también iba a ser movidito. Empecé temprano en el templo, haciendo la cola para los iroetsu y me las encontré a F. y a K., que se estaba durmiendo una siesta con el marido unos lugares más adelante que nosotras. Estuvimos un buen rato charlando con F. sobre sus planes cuando volviera a Australia. Super interesante, vive en una ciudad que tiene una historia portuaria bastante larga, y tienen un festival anual de música country que habrá que investigar.

Y... todos estabamos esperando una actuación sorpresa de Kodõ, que parece que hace eso algunas veces en la cola de la mañana en el templo, así que mientras charlabamos mirábamos para todos lados. En un momento escuché el motorcito de una camioneta avanzando por la calle de al lado y empecé a pispear para ese lado, hasta que ví un mohawk conocido... Estaban bajando cosas de la camioneta, así que nos preparamos para la sorpresa. Pero realmente terminó siendo una sorpresa-sorpresa, porque aparecieron unos seis de los muchachos vestidos de trajes negros, camisa negra, anteojos de sol y okedos colgando al costado, muy serios. El simpático de pelo largo y el del mohawk (que ya tendría que saber como se llaman a estas alturas...) empezaron a sacar cartelitos con texto en japonés y en inglés, cual subtítulos de película. “Buenos días”, “¿Están listos?”, que iban descartando en el piso después de mostrarlos para todos lados. Ni una sonrisa, totalmente serios. Obviamente, desde el público nos estabamos matando todos de la risa de lo ridículo y contrastante de la función. Un verdadero regalo.

Al rato cayó A., medio dormida todavía, así que sacamos los tickets juntas. Esta vez nos tocó verdes, así que ibamos a entrar un poco después.

De ahí ellas se volvieron para su camping en Sobama beach, a seguir con una siesta matutina y yo me fuí al gimnasio, que esta mañana tocaban Chieko Kojima y su pequeño ensamble (un subgrupo dentro de Kodõ) y después le tocaba el turno a la gente de Miyake que iba a hacer una demostración para todo el público de su estilo.

Acá hay unos fragmentos de video mostrando Miyake ejecutado por Kodõ, y luego por la gente de la isla de Miyake (es una isla un poco al sur de Tokyo).



El grupo de Chieko Kojima apareció todo vestido de un rosa furioso muy divertido (cuando se presentaron Shogo Toshii dijo 'Soy Shogo Toshii y me gusta el rosa'). Solamente verla hablando con el público a Doña Kojima ya era algo diferente. Transmite un entusiasmo y tanta simpatía que, por lo fuerte, tiene algo de infantil.



En la espera, desde la estación de sonido, había un ciclista sin casco... ¡se confirmaron mis sospechas! Era Don Seiichi nomás. Quizás esperando para saltar un rato durante la danza de los demonios... vaya una a saber.



De ahí había podido arreglar para voluntariarme y ayudar con algo, y necesitaban gente en la estación de reciclaje. Extrañé un poco a nuestros fearless leaders del Organic River Festival, pero la señora que estaba en la estación cuando llegué era muy simpática, se la pasaba bailando la música que estaban tocando en el escenario del mercado de pulgas del puerto, que se arma en cada EC.
Sobre esto, alrededor de un escenario que está frente al puerto se empiezan a levantar carpas, tiendas y carpitas de todos los colores. Comida, claro, y también ropa, artesanías, sakes varios, instrumentos musicales, pulseritas, etc etc. Había dos estaciones de reciclaje y yo estaba en una de ellas. Cuando llegué, había un chico yanqui que era parte de un equipo que estaba recorriendo Japón en bici, bajando desde Hokkaido hasta Okinawa. BeeJapan, se llama la organización y su web site es: http://www.beejapan.org. Me contó que las estaciones de reciclaje son parte de una iniciativa del gobierno de Sado, que se está haciendo recolección diferenciada en las casas y aprovechan eventos como la EC para hacer educación al respecto. Acá teníamos tachos diferenciados para: restos de comida, waribashi (palitos descartables), plástico, vidrio, botellas de plástico, latas (con chapitas por separado), metal/papel de aluminio, palitos de bambú (se usan mucho para las brochettes) y todo lo que no encajaba en esas categorías iba a parar al tacho de moeru gomi, basura para incinerar. En este caso lavábamos las bandejas de plástico reciclable, cosa que en NZ directamente iban a parar a la pila de landfill.
Al día siguiente me comentaría M., otra voluntaria, que a los waribashi y el bambú los mandan a procesar y hace papel (pero no me adelanto).
Otra de las chicas de BeeJapan me comentó que estaban vendiendo remeras de ciclismo con los logos de la organización hechas con un 40% de plástico reciclado. Y que, además, eran cómodas de usar.
También estaba en la estación el responsable de waste management de Sado, un señor muy simpático al que le pregunté un poco sobre las estaciones de procesamiento de basura en la isla, pero la muralla idiomática de nuevo hizo que no pudiéramos avanzar mucho en la comunicación.
En las casas suelen tener un tacho de basura para latas y botellas de plástico y otro para todo el resto (excepto en la casa de H.-sensei en Oguni que fue la única que vi que tenía su tachito de restos de comida para compost). Así que sospecho que se hace complicado tener un sistema verdaderamente diferenciado de punta a punta. Pero unos cuantos quilitos se sumaron en la EC.

Un ratito antes de las 5 rumbeé para Shiroyama, a hacer la cola para la subida. Me volví a encotrar con el voluntario del gorro que se estaba quedando en el Youth Hostel, me dijo que el día anterior se había tenido que quedar en cama porque se había caído. Un golpe fiero en la espalda. Para ese momento ya la EC se sentía como un pueblito, con gente que pasaba y se saludaba por aquí y por allá. La chica del hang drum, J., que estaba otra vez haciendo la intro en japonés antes de la subida. En el grupo azul se los divisaba a K. y al marido. El chico de Tokyo de los anteojos raros que estaba con su patota de amigos. Llegaron E., mi compañera de cuarto (a la que juro no escuché roncar nunca), F. y A. y nos preparamos para subir. Finalmente quedamos sentadas masomenos en el mismo lugar que los días anteriores, excepto F. que avistó unas amigas en un mejor lugar y rumbeó para allí.

Esta vez era un recital como el que dieron Kodõ y Blof en Holanda, según los datos del site. Así que fué como el otro día en el ensayo del gimnasio, pero con un mar de gente alrededor mío que también la estaba disfrutando. Tocaron la versión de Zoku con el batero de Blof, buenísima. En el cierre, la gente pedía an-co-rre, an-co-rre y no los dejabamos ir. Pero finalmente se terminó, con los cantitos de gracias desde Kodõ y desde el público. Recoge tus cosas y largo de aquí...
Y bajamos la colina del Shiroyama por última vez, snif. A. estaba un poco triste porque ya se iba, así que la acompañé a el parque a hacer tiempo hasta que el ferry zarpara.
En el parque no se había terminado la pachanga, y a eso de las 21:30/22:00 apareció otro subgrupo de Kodõ, y Doña Kojima se subió al escenario para dirigir una bellísima coreografía con manos que dibujaban hiraganas en el aire. Me quedé sentada mirando a la gente bailando en círculos alrededor del escenario. Estaba demasiado cansada para sumarme al baile.

Y eso también se terminó y me volví caminando hasta el Hostel y a dormir hasta la mañana siguiente, que se iba a largar el desarme y me habían citado a las 10:00.
Pero esa es otra historia.

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