Un poco remolona para escribir esta entrada, por algunas razones que no sabría explicar muy bien. La cuestión es que desde hace unas semanas ando yirando por la tierra del sol naciente y el primer lugar al que arribé (vía Narita, via Kumamoto) fué a Oguni, un pueblo de la prefectura de Kumamoto donde pasé unas dos semanas y monedas wwoofeando en TAO Communications, en la casa de H.-san, padre de dos pequeños super divertidos, C., de 11, que es aprendiz de mago y sabe presentarse en unos diez idiomas, mas o menos, y de J., 8 añitos, una pulguita muy decidida que se la pasaba armando cosas. Además de la abuela, M.-san (fuente de toda comida y ropa limpia) y de otros wwoofers que andaban también en la locación.
Cuando el año pasado empecé a buscar alguna manera de resolver ciertas cuestiones, encontré por las aguas internetísticas un sitio que se llamaba (sigue ahí, en realidad) WWOOF Japan. Me anoté a los cinco minutos de haber entrado y decidí que esa era la manera.
Y me puse a buscar hosts que estuvieran relacionados con el taiko, claro, y muchos no había (sigue sin haber, aunque algo hay), pero uno de los que mencionaban tener algún interés musical y estar relacionados con cuestiones de salud era TAO, así que mandé mail y al ratito me llegó la respuesta afirmativa.
Después de eso hubo cambios en los planes, reacomodamiento de ideas, hasta que; aviones, barcos, bicicletas y patas de rana mediante, unos diez meses más tarde el micro me dejó en Oguni-machi (小国町), un pueblo de unas 9000 almas y unos cuantos onsen en los alrededores, ya que son vecinos del monte Aso (que vendría a ser un volcán, el monte Aso) y agua caliente en la zona no les falta. Erupciones volcánicas, tampoco. Bueno, nada es perfecto. El nombre Oguni significa "pequeño país" y el agua de esta zona es considerada como 'deliciosa' por los locales.
Los cuerpos de la gente de las generaciones más viejas están modelados por la agricultura (y sospecho que por deficiencias alimentarias también), encorvados por el trabajo en el campo y en los arrozales. Pero las generaciones jóvenes prefieren la vida en la ciudad, así que el problema de quién se ocupa de los campos es grande. Además de la agricultura, la otra industria del area es la maderera, con todas las laderas plantadas de sugi, un ciprés de madera colorada que se valora mucho para construcción, pero que se transformó en monocultivo.
Las tareas wwoofers ocupaban la mayor parte del día y consistían en una variedad de trabajos, a saber:
- Desyuye de arrozal. Extrañamente, acá a los arrozales los llaman tambo. Busqué vacas pero no encontré, aunque sí hay una leche de arroz, así que sospecho que puede venir por ahí la mano. Excentricidades locales, obviamente. El desyuye de arrozal tiene algunas cuestiones peliagudas, ya que la planta de arroz (ine) es prácticamente idéntica al yuyo que más frecuentemente se le pega (hie). Eso a primera vista, porque luego de las instrucciones impartidas por la sabia H.-sensei via la muy amable Ka.-san (otra wwoofer japonesa que estaba estudiando cocina con H.-sensei, más sobre esto luego, esta historia no termina en el tambo), terminamos descubriendo que, mire ud, son bastante diferentes. Las plantas de ine tienen pelitos, por ejemplo. El hie, no, gracias. No confundir ine (la planta) con gohan (arroz cocinado o comida) o con kome (semilla de arroz) ¿eh? Son todas cosas distintas. Claro que en castellano le decimos arroz a todo. Por supuesto el campo de arroz se encuentra comunmente inundado hasta donde haya agua, así que imaginese que eso significa barro hasta la coronilla. El primer tambo necesitaba bastante masaje, además (técnica bautizada así por el otro wwoofer, K.-san, 42, un amable dibujante coreano de tendencias taoistas), ya que no lo habían desyuyado en mucho tiempo. Por suerte no tocaron muchos días de sol resquebrajante y alguna que otra lluviecita refrescaba la cosa. La pantalla solar: barrito factor 200. Todo muy orgánico.
- Clases de cocina macrobiotica. Las cosas que se pueden hacer con un cacho de tofu son inimaginables (hasta que se ve la fotito de al lado, claro). Se usa mucho harina de arroz, y no les digo lo ricos que eran los muffins de papa que se mandaban H.-sensei y Ka.-san. Me acuerdo y me babeo. Me hubiera gustado entender lo que decían, pero ya de verlos me anoté unas cuantas técnicas interesantes que espero acordarme para seguir investigando más luego. El domingo siguiente a mi llegada H.-sensei daba una clase en un pueblo cercano y al día siguiente un cheff (Cheff Hirata) vino de Tokyo a dar una clase sobre pastelería macrobiotica. Un día casi me pongo a llorar cuando pensé que había pedido un té y me trajeron un helado, con eso lo digo todo. Ya llevo 3 kilitos subidos (aclaro que contenta, estaba pesando menos que en la secundaria). En las clases, además de escuchar, mirar y comer, ayudando de Juanita lavando platos y utensilios que se iban usando.
- Limpiar ume (ciruelas japonesas) en conserva, separando los carozos de las semillas y la fruta en sí. Mh... jugo de ume... rico...
- Limpieza de ventanas. Repitan conmigo: "No tengo que ser tan obsesiva"... "no tengo que ser tan obsesiva"... por entablarle batalla a una ventana me pegué un palo que bueno bueno (caída descripta por K.-san como 'en cámara lenta'). No se como no me quebré la muñeca pero, por suerte, no me la quebré. La ventana quedó limpia, a la final.
- Karaoke, matsuris y visitas a onsens varios. En fin, la sacrificada vida de wwoofer. :) Tako-yakiiiiiiii!!!! Ñam!
- Replanteo de cuestiones de género. No voy a entrar en detalles, porque lo pienso y me engrano más, pero parece que la cuestión de que algunos muchachos piensan que las chicas somos medio taradas no es privativa de nuestros pagos argentinos. Sí, también acá lo llaman preocupación. La cuestión que terminé con otro wwoofer (M.) haciéndome una toma de karate para que no saliera de un onsen sin avisarle a H.-san. Una chica no puede caminar sola a las ocho de la noche, ¿tas loca vos? Lo podría catalogar como peculiaridad cultural si no me hubiera pasado algo bastante parecido a 20 cuadras de mi casa con un descendiente de españoles que permanecerá anónimo.
- Agregado de guías a girasoles. Algo que sería muy sencillo si uno puede usar las dos manos sin querer matarse porque se cayó de un banquito y tiene la muñeca hecha percha. Pero quedaron bastante derechitos los himawari, ¿eh? Himawari que luego serán usados en algún arreglo floral de H.-sensei, que eran bellísimos.
- Desayunando con nattõ. Me gustó. H.-san dijo que puedo vivir en Japón (luego dijo que también puedo vivir en China, porque me gustaron los huevos de mil años que habían preparado unas chicas evangelistas chinas que estaban wwoofeando con el primo de H.-san). Si fuera por cuestiones puramente gastronómicas, el mundo está abierto ante mí (excepto Tailandia, con esas ideas raras que tienen de qué es picante).
- Armado de onigiris y cajas bentõ. Hay que mojarse las manos y pasarse sal por la palma antes del armado. Quema como la p*** madre el arroz caliente recién salido de la arrocera, así que cuidado. Los bocaditos y decoración en una caja bentõ no tienen que apuntar al comensal, sino verse en alguna línea oblicua a la persona que se morfará la susodicha cajita. Los hashi, con el mango a la derecha. Ah! y los bocaditos tienen que ser fáciles de agarrar desde la mano del comensal... que bueno, si es zurdo se puede poner al revés (Dami, vos podés elejir, sí. :) )
Sobre Ka-san, más luego en otro post. Otro espíritu aventurero encontrado en el camino.
- Comidas raras. Además del nattõ, konnyaku (una gelatina basada en una papa de una variedad especial), que se usa para hacer fideos y sashimi de konnyaku. Fideos en bowl con agua con cubitos... de hielo. La salsa se sirve en vasito aparte y los fideos se tochan en la susodicha, sacándolos del bowl con palitos, claro. Una noche preparamos tako-yaki caseros (o mas bien ika-yaki), liderados por C.-sensei y J.-sensei. La velocidad de J. para dar vuelta las bolitas de la preparación en la plancha eran increíbles. Quedé oblonga.
- Preparar y plantar pepinos (kiuri) en invernadero. En realidad es en una carpa redondeada que se usa para poder trabajar aún en caso de lluvia, hay algunas foticos en el albúm de Picasa.
Costó irse como pocas veces en esta cosa del wwoofing. Mientras desayunaba en el micro a Aso los onigiris que me había preparado H.-sensei para el viaje, no estaba muy segura si el sabor era el de la sal mezclada con ume o el de las lágrimas. Raro, realmente.
Bueno, me voy retirando. Mata ne!
Más fotos:
Kumamoto city, Kumamoto, Japón
Oguni-machi, Kumamoto, Japón
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viajes con mis gatas
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