lo escrito

lunes, 15 de agosto de 2011

primarias en la e.g.b.

Ayer fuí autoridad de mesa en una de las cuatro mesas que tuvimos en el pueblo, la primera vez que participaba tan desde adentro en las elecciones y la primera también que votaba en El Chaltén, así que estreno por partida doble. O triple, porque es la primera en la que participo con mesas mixtas.
Nos encontramos tempranito en la escuela, donde el día anterior la jueza ya había estado organizando con la policia y gendarmería las mesas y las aulas donde se iba a votar. Ya en la semana me había bajado del sitio de las elecciones algunos pdfs con los manuales y el código electoral y todo eso. El día anterior, buscando un poco, los había podido conseguir impresos.
Con la nevada, como el acceso a casa quedó medio tapado de nieve, se vé que no habían llegado a ver el cartelito que dejé de donde me podían encontrar y me encontré con un poco de revuelo porque, como me perdí el curso, pensaban que no iba a aparecer para las elecciones. Después me enteré que además algunos no estaban muy seguros de que yo quisiera ser encontrada, así que no sabian si colaborar con “la cacería” o no.
Esto es, claro, porque la mayor parte de la gente que actúa como autoridad de mesa no tiene ninguna gana de hacerlo. Es un poco paradójico que en realidad sea lo mejor, porque la falta de interés le da más transparencia a la cosa, pero el problema se arma cuando alguien que no tiene ganas de estar todo un día con la responsabilidad de que voten otras trescientas personas, lo tiene que hacer ad eternum y sin escapatoria posible, cual sentencia de por vida. Por eso creo que lo mejor es que sea un mix, de gente que no quiera participar (pero que tenga que hacerlo por una o dos veces) y de gente que realmente quiera meterse en el quilombo.
Mi caso era el segundo, claro, a mi los quilombos me encantan. Tener los nervios de punta dos o tres días antes de las elecciones y la responsabilidad de los votos de otras trescientas personas a cuestas eran demasiado desmadre como para esquivarle el bulto, así que me anoté hace unos meses como autoridad de mesa y, por suerte, me sortearon para participar. Otro par de cuestiones positivas del tema eran que iba a poder conocer a una buena parte de la población del pueblo, cosa que no se da todos los días, y que había una retribución en metálico, lo cual no viene nunca mal.
Así que a las 7:30 hs de la mañana del domingo entré en la escuela y empezó el baile. Llegó la aguerrida presidenta de la mesa (Mariela, abogada y cantante), uno de los fiscales de partido (a.k.a. Fierita, poblador y baqueano), y las urnas con toda la papelería. Acomodamos las mesas de entrada con todas las cosas y llevamos las boletas al cuarto oscuro, habia que verificarlas contra las boletas certificadas por la Justicia Electoral y en un ratito todo quedó armado para esperar a los votantes.
Así que fuí la primera en votar en mi mesa, con mi primer voto en El Chaltén. Emocionante.
Mariela estaba canalizando el espíritu de la Moma de a ratos (aunque la Moma negó toda responsabilidad en el asunto cuando pasó a saludar un rato más tarde), así que entre ella y Fierita, que es uno de los primeros pobladores del pueblo (ya unos veinte años por acá), y todo un personaje, era como para prepararse unos pochoclos y sentarse a mirar. No hubo mucho tiempo para eso, pero nos reímos bastante de cualquier manera.
Una vez que votamos los tres, procedí a sacar el termo con el mate y le entramos a dar.
Durante el día, se fueron presentando las fiscales generales de otros partidos (Marcela y Mariana) y también pasaron con bizcochitos, sanguchitos, café, lo cual nos vino muy bien para bajar un poco el mate, porque si no iba a quedar verde.
Cada tanto entrábamos a controlar las boletas. Cosas que me sorprendieron gratamente, tanto durante todo el día como después en el escrutinio, es que todos los que vinieron a votar lo hicieron con buena predisposición y amabilidad.
 
Algunos momentos para recordar:
Los números de documento más bajos de nuestra mesa fueron la señora Jacobsen y don Guerra. Yo a la primera no la conocía, pero habíamos hablado de ella un poco antes de que llegara porque era la del documento que parecía más antiguo del padrón (una libreta cívica tres millones algo, si mal no recuerdo). Mariela le alcanzó una silla, porque justo llegó cuando había bastante gente y tuvo que esperar un poco. A mi se me había ocurrido lo de la silla, pero no me animé por temor a que se ofendiera (un porte que bueno bueno, la señora). En cambio, le encantó. Cuando se iba de la mesa nos contó de alguien que había palmado en un probador al irse a comprar un traje de casamiento. Sí, eso. Cabe aclarar que era en referencia a la posibilidad de quedar duro en el cuarto oscuro y que no te encontraran hasta que te fueran a buscar, posibilidad que, por alguna razón, empezamos a analizar con ella una vez que emitió su sufragio.
A veinte minutos del cierre llegó una artista local (no voy a dar nombres en este caso) tratando de votar con cédula de identidad. Salió corriendo a buscar su DNI y por suerte volvió (sin aliento) antes de que se cerraran las puertas de la escuela. Ah, lo' artiste...
Durante la tarde se sumó Esther, como fiscal por la UCR, y a partir de allí entre ella y Fierita nos dieron un pantallazo de la historia de cada persona que cruzaba la puerta. Se emocionaba especialmente (y me contagiaba la emoción) con los que votaban por primera vez porque los conocía desde chicos. A todos.
Uno de los votantes nos dejó su documento luego de asegurarnos categóricamente que enseguida, enseguidita, iba a ir a sacar el nuevo. El documento era una reliquia histórica y, cuando le dije eso a Mariela me contestó que en realidad sí, porque el dueño vivía de chico en Lago del Desierto, cuando fué lo del conflicto limítrofe con Chile. Hubo varios portadores de documentos que hubieran entusiasmado a Indiana Jones, en su calidad de arqueólogo. La gente se encariña.
A un par de paisanos les envidié la cultura alcohólica, unos gentleman totales, a pesar de que la onda expansiva de vapores etílicos casi me voltea.
La frase del año (aún superando a “tiene menos montaña que Rio Gallegos”) fué “le dicen Perito Moreno”, porque “tiene un desprendimiento cada cuatro años”. También me dieron, entre Mariela y Esther, un curso acelerado de Bob Esponja. Ahora tengo ganas de comer una cangreburguer.
Nuestro denodado fiscal entró en un nirvana milanesístico luego de bajarse una napolitana cuyas emanaciones me abrieron el apetito y me quitó cualquier vergüenza que pudiera tener acerca de entrarle al sanguche de pollo que me había llevado de casa. A esa hora (un poco después de las tres) entramos los tres en un sopor post-almuerzo del que por suerte nos sacó la última camada de votantes. Tampoco era que me quedara demasiada timidez a esas alturas, ya estaba en medias porque las botas me estaban haciendo transpirar los pies. Sólo espero que esas emanaciones no llegaran demasiado lejos.
Se temía un aluvión de votantes a último minuto, pero en cambio estuvo bastante repartido durante el día, solamente en dos o tres momentos se formó cola delante de nuestra mesa.
Los pedidos más destacados del día fueron que hacía falta un poco de música y que el sello funcionara bien. No marcaba un pomo y tiene una curvatura hacia adelante que hacía que si lo llenábamos demasiado de tinta, el sello quedara como un manchón de tinta que tardaba en secar. Los sufragistas reclamaban por linternas antes de entrar al cuarto oscuro, pero me quedé con las ganas de que llegara alguien con la frontal puesta. Compensó un poco Mariana, avisándonos cuando salió con su sobre que nos habíamos dejado la luz prendida del cuarto oscuro. Enseguida la apagamos de nuevo.

El cierre empezó llevando todo al cuarto oscuro (para esto sí prendimos la luz); la presidenta de la mesa desplegó sus hojitas rosa (hay que decirlo, creo que causaron envidia en las mesas circundantes) sobre las cuales procedió a trazar una planilla y se largó el recuento. Las boletas y los sobres vacios se apilaban (por separado) y los fiscales iban evaluando que tal había resultado la elección mientras ella sacaba los votos y las dos los contabamos por separado. Mi versión de la planillita se parecía más al conteo de puntos del truco, lo cual creo que resultó más eficiente en el conteo que las crucecitas. El gendarme que estaba con nosotros se entusiasmó con lo del recuento y nos hizo unos cuantos comentarios que inicialmente aclararon algunas cosa, pero que finalmente ameritaron que la presi lo amenazara esgrimiendo su lapicera al grito de “Y acá la presidente de mesa soy yo” para poder proseguir con el cierre. Democracia en acción.
A las dos nos coincidió el conteo, lo cual nos dejó bastante más tranquilas. Pero, como no puedo con mi genio, pedí que las contáramos de nuevo boleta por boleta para tener otro control... redundante... jé. Ponen una abogada y una auditora de autoridades de mesa y esperan que terminemos rápido, no way José. ¿Quieren los números exactos? Se los vamos a dar... Nos volvió a dar y procedimos a completar las planillas y telegramas y actas que quedaban y entramos en un frenesí de firmas de certificados de escrutinio para los cuatro partidos, más la urna, más el de la presi, más más. Salvadora Marcela, con diez años de experiencia como autoridad de mesa y que, además de esta vuelta disfrutar estar del otro lado como fiscal y poder divertirse con nuestra desesperación, nos terminó de aclarar lo del conteo de votos en blanco y nulos, que fué lo que más problemas nos causó.
Una vez cerrado eso los fiscales empezaron a salir corriendo hacia sus casas mientras nosotras nos poníamos a organizar lo que había que meter en la urna y los sobres de nuevo, el jefe del correo volvía a ver si habíamos terminado con los benditos telegramas y la jueza nos ayudaba a terminar de encintar y precintar todo para que el correo y los señores gendarmes y policias se lo llevaran.

Y ya, a las nueve y media llegué a casa y no me funcionaba el cerebro. Me tiré en la cama a ver algunas series, comí algo y me desmayé.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Sos una grosa!

Andrea Camilleri dijo...

Geniaaaa !! Prueba superadaaa !!

Barbara Din Art dijo...

Me encantó leer tu experiencia. Muy amenas tus crónica, como siempre. Y además me gustó saber un poco más sobre ser fiscal de mesa y todo eso. Un aporte a la democracia, lo tuyo!

chalten dijo...

Gracias! Sí, estuvo interesante ver desde adentro como se mueve la maquinaria. Experiencia altamente recomendable si tienen un domingo libre para pasarlo así.
Por ahí decir que en realidad somos todos los que aportamos suena medio a lugar común, pero vamos a aprovechar el lugar común, porque ansina 'e, nomás.
Me contaba mi vieja que allá por tus pagos, Barb, el Oso hizo una buena elección, la family andaba contenta.
Besos! L.

Anónimo dijo...

que buen reporte!!!! me gusto leerlo y ver como sucedio todo en esos pagos. besos.

Paula Demicheli dijo...

Buenísima la experiencia Lau!!!!
Además fue como hacer tu propio programa de chimentos de la zona.

Té Verde dijo...

Me encantó el relato, de golpe la democracia no se limita a mi barrio sino que se extiende hasta esos bordes que dibujamos en el aire los humanos.
Te mando un abrazo!!!

chalten dijo...

Gracias por pasar chicas anónimas (pero superpoderosas), Pau y Mr Té, me alegra que les haya resultado interesante el post. Abrazo back! L.