Please bring strange things.
Please come bringing new things.
Let very old things come into your hands.
Let what you do not know come into your eyes.
Let desert sand harden your feet.
Let the arch of your feet be the mountains.
Let the paths of your fingertips be your maps
and the ways you go be the lines on your palms.
Let there be deep snow in your inbreathing
and your outbreath be the shining of ice.
May your mouth contain the shapes of strange words.
May you smell food cooking you have not eaten.
May the spring of a foreign river be your navel.
May your soul be at home where there are no houses.
Walk carefully, well loved one,
walk mindfully, well loved one,
walk fearlessly, well loved one.
Return with us, return to us,
be always coming home.
- Ursula LeGuin
Ahora ando arriba de un shinkansen, el Hikari 391 que va hacia Hakata, donde me voy a tomar un avión para Okinawa esta tarde. En el medio, parada en Hiroshima, para pensar un poco en porqué pasan algunas cosas terribles. Hoy, en vez de Hanami, ando haciendo MadoNoMi (espero que la combinación inventada no sea algún insulto en japonés, pero me parece que los Pizzicato tienen una canción que dice eso). Y por la ventana van pasando grupos de casitas, sembradíos, fábricas echando humo, maquinaria, más vías, túneles interminables, puentes, carteles que no entiendo, estaciones. Viajar en tren con el JR rail pass es muy fácil, y me alegro de haberlo sacado (gracias Andre!). Los horarios de los trenes son super convenientes y hay muy buena señalética en todos lados explicando por donde hay que ir, cual es la plataforma, a qué hora sale el tren. Y si no, una pregunta, y le dicen (nan ban? Y muestra ticket al amable guardian de la entrada a la terminal de shinkansen, y después se queda tratando de procesar los números en nihongo que quedaron en el buffer… juu-ni… juu-ni… ah!).
En la estación de Kyoto grabé la voz que anunciaba las estaciones de los trenes arribando, qué lindo que suena el japonés, che. Ayer me encontré con una pareja de argentinos, santafesinos ellos, y me dí cuenta de que hace dos semanas que prácticamente no hablo en español (más allá de alguna interjección desesperada cuando no encuentro hacia donde tengo que ir). Me dijeron que tenía acento español, creo que era la ronquéz de falta de uso. Espero el momento de llegar a Buenos Aires y escuchar de nuevo el porteño, estos son unos de los pocos momentos donde se puede escuchar desde afuera como suena (el otro es cuando alguien de otra provincia lo imita). Hace un par de años, volviendo de un viaje, escuché a un grupo de personas hablando en castellano y hubo unos cuantos segundos hasta que enganché que estaban hablando en argentino, che. Y el gap ese fué algo bastante curioso, sabía que conocía el acento, pero no podia acordarme de adonde.
Una vez una mujer puertoriqueña me preguntó “¿De dónde eres?” y cuando empecé a contestarle “sho…” se rió y me dijo, “Ah, Argentina”.
Entonces, una especie de panóptico sensorial fragmentado:
Sonidos: tintineo de cascabeles, pájaros y cuervos, helicópteros, pasos sobre las piedras, clap clap de las getas (aunque acá lo escuchan diferente, raku-raku?), chicos corriendo, campanillas de bicicleta, campanadas desde algún templo, arrastrar silencioso de pasos sobre la madera, avisos de giro de los camiones, gongs en los templos en sus variadas formas (soga contra gong, cascabeles gigantescos)… saludos, saludos, saludos.
Tacto: Seda, lino, telas fuertes y suaves. Corteza, piedra cortante y redondeada por el agua. Pétalos de flores, hojas. Mochi suave y gomoso. Agua caliente en los baños comunales. Tatamis entretejidos.
Olores: Pino, pis, semilla de durazno, incienso, pescado. Olor agrio de los vegetales en conserva.
Vista: Tejas plateadas, dorado de las decoraciones de los techos. Templos grises, blancos, negros y naranjas. Sogas de cáñamo y cintas rojas. Gente apurada de traje, gente con quimono. Una vendedora de quimonos sentada sobre una esterilla, inclinada hacia adelante, sacada de una película de Miyazaki.
Kinésis: Garza volando sobre el foso exterior de un templo. Semáforo verde y cruce de un mar de gente sobre las intersecciones. Una carpa koi salta afuera del agua. Los movimientos de una geisha: cuello, manos y ojos. El momento de reposo donde el cuadro queda armado, y uno puede mirar.
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There, and back again. De nuevo en la estación de Hiroshima, esperando el Hikari a Hakata. La gente andaba de hanami, haciendo picnic abajo de los cerezos en flor. Florecen los cerezos, hasta en Hiroshima.
3 comentarios:
Nos estás haciendo viajar en serio. :)
Gracias!!
(Okinawa... -suspiro- )
Muchas gracias... pongo a Hisaishi de fondo al leer tu mail y estoy en Japón.
Consulta: volves a pasar por tokyo?
Besote y nuevamente gracias.
Hola Ser: sip, pasado vuelvo para allá y ya el viernes estoy saliendo. Avisá si necesitás algo. Bss.
Bater: gracias, así me siento acompañada!
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