Colectivo y ferry a la isla Waiheke y me encuentro con J., español radicado entre acá y el Tibet, que vive con R., mi anfitriona de esta semana. En el camino levantamos a otra argentina que anda por acá en plan de working holiday y nos caemos los tres a lo de R., que nos invita un té.
A la llegada la habitación sorprende, parece más un templo hindú que una habitación. En realidad, le han asignado a esta chica el rincón de la casa destinado a meditación y yoga (esta chica está en casa de budistas, parecería ser), con varios tapices mostrando imágenes de Tara blanca, que según R., la dueña de casa (inglesa viviendo en NZ desde hace más de 30 años), simboliza lo relacionado con la curación (¿donde me metí, Fabi?). La habitación es realmente, como dicen por acá, 'lovely'.
Misión del día uno: limpiar un jacuzzi con un balde de agua con detergente y dos sin (acá el agua es de lluvia y no se puede malgastar demasiado), tres trapos, dos pinceles artísticos y un destornillador. Lleva su mañanita, pero quedó bastante bien la cosa. Después se larga a llover, claro (igual tenía tapa).
A la tarde algo liviano, regar un poco las plantas y cosas de la casa. Ya sabía que esto iba a pasar, extraño la comida de M. y el ambiente familiar de la otra casa. Por otro lado, acá hay una linda bibliotequita, así que pispeo un rato técnicas de mosaico.
Misión del día dos: Nos ibamos a ir a pintar la otra casa, pero se largó la lluvia, se largó. Así que como viene gente a la tarde (R. va a hacer una ceremonia de limpieza de la casa que está vendiendo, con una shamana y algunas amigas), empiezo la ceremonia de limpieza más temprano. Mi versión es un poco más moderna e incluye una aspiradora que es el state-of-the-art de las aspiradoras. Mas linda que mi aspiradora, y además de que el modelo se llama 'Dyson', tiene forma de cohete de protones, así que me siento cual cazafantasma mientras voy por ahí limpiando. Una se divierte barato.
Y llega la gente y nos vamos a darle a los tambores por toda la casa (muy linda la ceremonia). Después, para variar, nos quedamos charlando y tomando té.
Su, acá se consigue un té de licorice que te gustaría mucho, me parece.
Misión del día tres: la pintura se demora por la lluvia, así que nos ponemos a diseñar el store de R. en Etsy.com. Hacía años que no veía nada de esto (esto vendría a ser qué se hace para armar una imagen y que quede potable) y de a poco me fuí acordando. Aguante Gimp! Finalmente, quedó bastante bonito, pueden darse una vuelta por http://sacredspirals.etsy.com y de paso pispear qué hace R.
Misión del día cuatro: Finalmente, día de pintura. Conozco a D., un chico chileno que está en la isla con su polola, se vinieron con una working holiday para aprender inglés. El pobre chico es contador y para peor, laburaba en E&Y. La pasamos bien charlando sobre la diferencia de algunas palabras en argentino y en chileno, y sobre los planes de viaje y sobre cualquier banana, basicamente. La cosa se pone un poco edgy entre R. y J., que andan estresados por la venta de las casas. Pero ya mañana me voy para Auckland, que el sábado tiene práctica Haere Mai y me dijeron que podía pasar a visitarlos. Así que repito el mantra "taikoooo... taikoooo" y trato de pasarla bien dándole al pincel.
A la noche, cena de chicas. Ambiente distendido y conversaciones interesantes. Muchas religiones dando vueltas, muchas anécdotas de vida en comunas. Vidas extrañas. No como la de una, claro.
Día cinco: J. no pasa a buscarnos para ir a pintar, estos chicos... Así que le damos a la compu toda la mañana, terminamos de configurar el store y de subir las fotos. Así que nos ponemos a sacar fotos, R. me cuenta sobre las piedras con las que trabaja, como las fué coleccionando y cómo es la vida por estos lados, cómo fué cambiando la vida en la isla en los años que estuvo por acá, y entre las dos intercambiamos ideas sobre "dios y los chicos, y otros cuentos".
Y me vuelvo a Auckland por un día, el viaje en el ferry es bien ventoso y parece que se viene una tormenta que bueno bueno apenas nos acercamos a la ciudad. Aprovecho y me relajo saliendo a cenar un poco, la primer cena afuera que tengo desde que salí. La camarera es tailandesa y su hermano vive en Chile. Me cuenta que sus sobrinitos hablan castellano muy bien.
En el hostel, comparto habitación con una chica alemana, ciclista-pura-fibra, y una yanqui de Seattle, super tímida. Salgo a averiguar como llegar mañana al lugar donde practica el grupo.
Taikooooo: ¡por fin! Rumbeando para el reducto de Haere Mai, los encuentro en el mejor momento... descargando tambores... y bué... que le hace una mancha más al tigre... gente super amable y me invitan a participar de la clase para principiantes, así que le damos a taiko bayashi sin asco. A la salida (carga de tambores), P. sale descalza cargando un wadaiko grandote mientras repite... "En New Zealand no usamos zapatos". A la alemana como que se le pianta un lagrimón, lamentablemente el suelo es de grava con piedras sueltas. En fin... adonde fueres (no, yo no, ¿eh?, yo Argentina y con zapatillas).
Este es el video que les decía del tema ese en el que se "pelean por tocar":
A., vasco él, me deja en Ponsonby, barrio cheto con casitas de fines del siglo XIX, desde donde me vuelvo caminando (a instancias de amable señor descendiente de portugueses que me insiste en no tomar el colectivo, el señor tenía razón, era un lovely day).
Y ferry de vuelta para Waiheke. Me encuentro a M., una cantante maorí y nos ponemos a charlar un rato (Argentina, New Zealand, Australia, la conexión de la gente con los lugares, etc). Parece negra y me dice que mucha gente le pregunta dónde aprendió a hablar inglés tan bien, se mata de la risa y me dice "yo nací acá". Ama New Zealand y se le nota. Me cuenta de las ballenas y los delfines alrededor de la isla, le digo que tenemos las mismas ballenas en Península Valdés.
El otro día, mirando un libro de uno de los escritores locales, Witi Ihimaera (el de Jinete de Ballenas), encontré al azar un capítulo que decía que migraban entre las aguas de Oceanía y Valdés. No se si será cierto o una licencia literaria, pero igual es una idea interesante.
M. me dice que su ex vive en Australia, y que si no fuera poco con las serpientes y arañas peludas, allá hasta tienen tiburones en el río.
Ya G. en Waiheke se había reído bastante con la editorial de una revista de opinión de acá (The Listener), que cerraba con un "lo mejor que tiene Australia son sus Neozelandeces".
De vuelta en la isla, hay villancicos navideños en la playa, así que rumbeo para ahí y me quedo tarareando un rato, pizza, colectivo y a la cucha.
Día siete: Hoy mudanza a lo de K., mi siguiente lugar, pero antes ayudarla a R. con el stand en la feria y arreglar con otra vecina, S., para pasar otro día a ayudarla un rato con el jardín. M. es una de las cantantes que participa en la feria, así que hasta la pude escuchar cantar un rato.
Y lo de K. es otra historia, para contar otro día.
1 comentario:
La foto de la tormenta da cosiiiiiiiiiita!! Lo que debe haber dado verla desde el ferry!!
El toque del video es buenísimo. Me las imagino a ya-sabés-quienes saltando y dando gritos. Jajajaja!!
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