Uno
Dos hombres se encuentran en un aeropuerto, años sin verse dicen las sonrisas de todos los que los rodean en esa bienvenida tan esperada, en un lugar ajeno a sus orígenes. Estos dos hombres, padre e hijo quizás dos hermanos, tez blanca y caras enrojecidas, son cuatro brazos que no terminan de encontrarse.
El movimiento es simple, familiar: dos sonrisas y cuatro labios se encuentran. Los hombres se han besado en los labios, estruendosa y felizmente.
Casi aparto los ojos, casi dejo que el techo del aeropuerto me convenza de que no he visto lo que he visto.
Dos
A la salida del subte, algo atrae mis ojos. Una figura estática. Una mujer, que no termino de ver por lo extraño de su postura. Creo que está parada, frente a la salida del subte, o más bien a un costado. Tiene un pañuelo en la cabeza, o quizás en el cuello. No creo que esté saludando a nadie, porque su cara está congelada, pero tiene una de sus manos levantada. Así, como si estuviera sintiendo la temperatura ambiente, o quizás deteniendo el tiempo a su alrededor.
Podría ser esto último, porque cuando me di vuelta para mirarla de frente y entender, ya se había ido.
Tres
Gela, en el suelo. Quisiera no mirarla, pero está ahí, tirada sobre el cordón de la vereda, su sangre mezclada con el agua que corre por la calle. Lo que no puedo mirar es su pierna, que se escapa por el costado de mi visión. Me obligo a fijar la vista en la carne, la grasa que parece grasa de carne y es grasa de carne. El hueso, finalmente, intentando ocultarse. Pero parece que no estoy mirando nada, porque eso se escurre y queda la cara de Gela, sus manos y su historia.
Cuatro
Estoy caminando, y el mundo se desvanece. Me despierto en un lugar conocido, treinta metros y tres tramos de escaleras más adelante. No iba hacia allí, no iba hacia allí. Estuve muerto durante treinta segundos y nadie lo notó.
Cinco
Abro el libro. Estoy en un país extraño, en un lugar especial en el que siempre quise estar. Una librería. Y entonces hojeo el libro y una foto captura mi vista. Un golpe en el pecho y el aire se escurre. Miro alrededor, buscando a alguien a quien decirle lo que me pasa, un amigo a quien tocarle el brazo y pedirle que comparta conmigo este dolor. Una foto escolar, un curso de secundaria en el Proceso. Y flechas y círculos y comentarios alrededor de toda la foto. Las presencias ausentes.
Seis
El movimiento es demasiado abierto, demasiado curvo para un cuerpo humano, un cuerpo serio, un cuerpo de espacio público. Me llama la atención, pero sé que ella espera que la mire, así que primero la rodeo con los ojos. Otra gente la mira, hay un círculo de miradas que se entrecruzan a su alrededor. Sonríe, mueve el cuello y los hombros. Con movimientos voluptuosos que no puedo fijar se toma del pasamano y se acomoda el pelo. Sonrío y la miro, es libre. Está haciendo el amor con el aire. La envidio, la recorro y quisiera seguirla cuando baja, pero no lo hago.
2 comentarios:
Guau. Este es el tipo de cosas para las cuales uno no sabe qué comentar. Adoro estos flashes. No sé si son reales o no, pero son reales. ¿Cómo lográs que me vea inmersa en la situación?
Hola Barb, sí son situaciones reales. La realidad es rara a veces. Lo de la inmersión, no sé, creo que es lo raro del momento lo que lo puede hacer tan intenso.
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