(
Estas palabras las escribí para el acto por el Día del Maestro que hicimos el viernes pasado. Quiero agradecer especialmente a las compañeras que me ayudaron a revisarlo y mejorarlo y a las personas que intervinieron con sus aportes durante las palabras. También a C., que esa mañana entró a la escuela para buscar unos papeles y, observando el 'caos creativo' de la previa del acto, dijo: "Qué buen ambiente que hay acá.".)
Al alejarse de los límites del Sistema Solar, en 1990, la sonda Voyager I
tomó la fotografía conocida como “
El punto azul pálido”… ¿la conocen? Es la
imagen de la Tierra como un pequeñísimo punto luminoso rodeado de la vastedad
del espacio. Tan pequeña como una de esas motas de polvo que se pueden ver
flotar en los rayos de sol a la hora de la siesta, pero más solitaria.
En ese planeta, el único que conocemos, ocurren nuestras vidas. Tenemos
ciudades, pueblos, cables que nos comunican para que podamos contarnos nuestras
historias. Y una de las maneras que encontramos para transmitir ciertos
conocimientos a las personas que van naciendo; para sumarlos a estas historias,
es la profesión que ejercemos los y las docentes: la enseñanza. En un sentido
más amplio, esto que llamamos educación y que hacemos estudiantes y docentes, y
familias, y comunidad, aquí en la escuela.
A través de los tiempos fue tomando diferentes formatos, la escuela en
Grecia era bastante distinta de nuestra escuela de hoy, sobre todo porque eran
todos griegos y muchachitos, y nosotros y nosotras venimos de todos lados.
Hasta hace unos 600 años, el territorio que ahora ocupamos y conocemos como
Argentina era habitado por una variedad de pueblos originarios, que a partir de
la Conquista fueron eliminados y que a partir de las sucesivas oleadas
migratorias desde Europa fueron arrinconados y despojados ante el avance de lo
que la persona cuya vida conmemoramos hoy como símbolo de la educación, el
sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento, consideraba “la civilización”.
Civilización contra Barbarie, era el conflicto de esa época y, muy parecido a
lo que nos pasa hoy, qué es civilización y qué es barbarie tiene mucho que ver
con cómo entendemos y respetamos (o no)
las culturas, las tradiciones, las maneras de ser, de otras personas
que, por otro lado, también somos nosotros, porque somos el resultado del
mestizaje de las sucesivas conquistas y de la construcción de un país con
múltiples raíces.
La Argentina, pensaba Sarmiento, tenía que tomar la cultura europea y
estadounidense como ejemplo. Para esto, durante su presidencia y teniendo como
Ministro de Educación a Nicolás Avellaneda (que sería Presidente a continuación
de Sarmiento), se crearon cientos de escuelas, la Comisión Nacional de
Bibliotecas Populares (CoNaBip), la Biblioteca Nacional del Maestro. Todas
estas instituciones existen hasta hoy (hasta los gorriones siguen por acá), así que la impronta de Sarmiento como
modelador de nuestra Argentina de hoy no puede ser ignorada. Tanto en sus
aspectos positivos como en los negativos. Para Sarmiento, la escuela era
igualadora y su ideal de normalización era la civilización europea.
Pero acerquémonos un poco más a nuestra escuela. La Secundaria de hoy
debe ser bastante distinta a los Liceos de aquella época, ya entrados los
mediados del siglo XIX, en los alrededores de 1870. Hoy, a unos 150 años y
habiendo atravesado un siglo XX signado por interrupciones continuas de
gobiernos democráticos, nos encontramos en el período democrático de mayor
duración, ya van 34 preciosos años de vida democrática en nuestro país. Y uno
de los grandes cambios que nos resulta interesante pensar hoy es la
obligatoriedad de la educación secundaria. Piensen que cuando muchos de los y
las profes estudiaron, solamente podían acceder a la educación secundaria
aquellas personas que querían o cuyas familias los obligaban (no vamos a pensar
que todo era color de rosa). O sea, las personas con medios económicos para
estudiar, sin necesidad de trabajar. Hoy, el estado debe garantizar que todas
las personas menores de 18 años puedan completar sus estudios hasta por lo
menos el nivel secundario. Esto es un gran logro. ¿Porqué?, les pregunto a
ustedes, ¿porqué podemos pensar que es un logro que se garantice la educación
desde el estado? [Una estudiante responde que la educación es importante para el futuro, un compañero docente aporta sobre el valor de la educación para la comunidad y los intereses de quienes nos quieren ignorantes.]
Yo creo que cuanto más cuestiones podamos comprender del mundo que nos
rodea, por qué es cómo es, cómo podría ser mejor, todo eso, podemos también ser
seres humanos más enteros (y enteras). Y también ser un poco más libres. Tener
menos miedo a los demás.
Por supuesto todo esto no lo aprendemos solamente en la escuela, en la
escuela nos acercamos, docentes y estudiantes, a un tipo especial de
conocimiento. Y tratamos de acercarnos a las Ciencias, los Lenguajes, las
Artes, como podemos, juntos.
Este año vino bastante difícil. Empezamos con la Secundaria tomada por
toda la comunidad, reclamando por las cuestiones mínimas que necesitamos para
poder tener clases todos los días. En particular la comunidad docente de
nuestra provincia se vio bastante afectada este año por las tensiones entre el
gobierno nacional y el provincial. Ustedes saben que en la mayor parte de las
localidades, las clases no empezaron hasta que volvimos de las vacaciones de
invierno. No solamente reclamamos, como trabajadores, para que nuestros sueldos
se mantengan actualizados con relación a los tarifazos y a la inflación,
también reclamamos por los edificios, su mantenimiento, la calefacción, la
limpieza. Hoy no tenemos garantizado el servicio mínimo de limpieza que
necesitamos y yo me pregunto, cuando me encuentro barriendo la Sala de
Informática porque no se llegó a poder limpiar… ¿Qué tan limpia necesita estar
la escuela? ¿Qué tan aptas necesitan ser las instalaciones eléctricas? Yo creo
que, para empezar, las condiciones edilicias tienen que ser las mejores. ¿Con
qué ojos pueden mirar los y las políticos a las nuevas generaciones, cuando la
realidad es que se juega continuamente a reducir los costos? No importa si hay
un poco de tierrita en los escritorios, si los tubos de iluminación nos
despedazan la vista o si hace un poco de frío en las aulas. Como profesional y
como ser humano, éso me ofende profundamente.
También reclamamos por la estabilidad del sistema educativo, que los y
las profes no tengan que estar recargados de horas para poder vivir, y poder
dedicar más tiempo a preparar clases y mejorar su formación. Todas las personas
debemos tener los medios para vivir dignamente. El reclamo de cada sector
organizado es importante, porque mejora las condiciones de vida de todos.
Hace poquitos meses, estuvo Taty Almeida en Calafate, una de las Madres
de Plaza de Mayo, Línea Fundadora. Taty es la mamá de Alejandro Almeida,
desaparecido por la Triple A cuando tenía 20 años. Ella es maestra y le quise
preguntar qué nos podía decir a quienes somos docentes acerca de cómo
transmitirles a ustedes los ideales que tenían los jóvenes como su hijo. Me
respondió que no podía decirnos nada, con todo lo que estábamos haciendo con
las movilizaciones, la construcción gremial, y el sostener el trabajo con
ustedes en este contexto que quiere tender a recortar derechos. Por eso es
importante el trabajo que hacemos desde las escuelas; docentes, estudiantes,
familias y comunidad: porque, entre otras cosas, sostiene derechos que costaron
mucho. Inclusive costaron vidas. Pienso
en los chicos de la
Noche de los Lápices, que la semana que viene, el 16 de
septiembre, se cumplen 41 años de sus desapariciones forzadas por parte de las
fuerzas del estado. Ellos reclamaban por un derecho que hoy existe: el boleto
estudiantil.
La solidaridad entre los sectores, la unidad en la lucha por las
conquistas sociales y laborales son importantes para sostener estos derechos. Da
bastante para pensar que últimamente desde el poder se intente convencer a la
población de que el enemigo son los sindicatos, los pueblos originarios, las
organizaciones sociales, la política. Es importante que desde la comunidad
educativa pensemos y analicemos, que desarrollemos nuestras herramientas para
comprender la realidad en la que vivimos. Una sociedad realmente justa y
democrática tiene espacio para todas las personas.
Entonces, retomo las preguntas ¿Qué escuela necesitamos hoy? ¿Qué cosas y
cómo necesitamos aprender en la escuela? ¿Qué significa enseñar hoy? Éste
espacio que habitamos, estas paredes que no limitan la escuela ¿Cómo lo
llenamos de contenidos? ¿Cómo hacemos una escuela más humana? Es algo que
tenemos que hacer entre todos, los profes aportando saberes y afectividad en
los vínculos. Lo primero creo que nos sale más naturalmente que lo segundo; pero sin vínculos humanos sabemos que los contenidos no alcanzan. Desde cada
estudiante, necesitamos compromiso, una conexión a ésto que estamos haciendo
acá adentro, y que es valioso para ustedes, sus familias y para la comunidad de
nuestro pueblo. Si la escuela de hoy no es la escuela de Sarmiento, y tampoco
es la escuela en la que los y las profes estudiamos, creo que es porque es
nuestra escuela, la escuela de ustedes como estudiantes y también de nosotros
como docentes, que se habita y construye desde cada espacio, cada materia, el
Centro de Estudiantes, el Somo’ Nosotro’, los DAP, las preceptorías, Tutorías,
Mercedes, el equipo Directivo, los Consejos de Convivencia y Consultivo (cuando
volvamos a armarlos) los y las profes, los gabinetes de asesoría, etc.
Sigamos aportando a construir y mejorar nuestra escuela desde cada lugar
que ocupemos.